“Palabra de
Vida” Franciscanos de María
(Mc 9,38-40): "Dijo Juan a Jesús:
Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos
querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús respondió: No se lo
impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal
de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.”
La “palabra de vida” de esta semana nos invita
a practicar esa virtud tan de moda que es la “tolerancia”, pero entendida de
una manera cristiana. Todos caben en la Iglesia –les dice Jesús a sus
discípulos- porque todos caben en el corazón amoroso del Padre. Todos,
incluidos los pecadores más notorios. Esto nos tiene que llevar a una actitud
de acogida y no de rechazo; de comprensión con el prójimo e incluso con sus
debilidades y pecados. Sin embargo, esta comprensión -y ahí es donde nos
diferenciamos de la manera secularizada de vivir la tolerancia- no significa
que tengamos que dar la razón a quien no la tiene, que tengamos que decir que
el mal no existe o que, llevados de nuestra comprensión hacia el pecador,
debamos decirle que lo que hace no tiene importancia y que puede seguir pecado.
Cristo, que es siempre nuestro modelo, comía con los pecadores públicos de su
época -los publicanos y las prostitutas- y no dudaba en enfrentarse con una
sociedad hipócritamente puritana para defender a una adúltera que iba a ser
lapidada. Sin embargo, a los publicanos les decía que dejaran de robar, a las
prostitutas que se ganaran honestamente la vida y a la adúltera le dijo que no
pecara más. Seamos intransigentes con el pecado y acogedores y misericordiosos
con el pecador. Basta con que se arrepienta, con que quiera cambiar, para que
reciba ya el abrazo del Padre. No lo olvidemos, todos caben en la Iglesia, con
tal de que quieran ser santos, aunque aún no lo sean. Gracias a eso, cabemos
también nosotros.
PROPÓSITO: Practica la misericordia y
una bien entendida tolerancia que consiste en aceptar las legítimas diferencias
que el prójimo tiene con respecto a ti. No aceptes el pecado, pero acoge al
pecador.