“Palabra de
Vida” Franciscanos de María
(Jn 6,41-45): "Criticaban los judíos a
Jesús porque había dicho ‘yo soy el pan bajado del cielo’.... Jesús tomó la
palabra y les dijo: No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo trae el
Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día."
Resulta verdaderamente difícil
no criticar. De una forma o de otra, la mayoría lo hacemos, aunque la mayor
parte de las veces las críticas sean leves y estén basadas en argumentos
veraces. Cierto es que habría que distinguir las críticas verdaderamente
dañinas de esas otras que son simples comentarios hechos con un poco de
ligereza pero sin malicia. Pero incluso este tipo “ligth” de comentarios,
cuando nos enteramos de que otros los han hecho de nosotros, nos hacen daño,
con lo cual deberíamos suponer que también nosotros herimos a los demás cuando
los hacemos.
Criticar es, además, atribuirse
funciones de juez, considerarse superiores a las personas criticadas y usurpar
un poder que sólo Dios, que lo conoce todo, es capaz de detentar y ejecutar.
Sólo el Señor es juez de las conciencias y nadie puede pretender usurpar ese
puesto.
Por eso Jesús nos enseña a no
criticar, a darle al otro nuevas oportunidades, a poner excusas que justifiquen
de algún modo –siempre dentro de lo posible- el comportamiento del otro. Sólo
así podremos pedirle al Padre que sea comprensivo con nosotros mismos, pues le
podremos decir a nuestro favor que nosotros hemos intentado ser comprensivos
con nuestro prójimo.
Por último, sería bueno aplicar
aquel consejo de San Francisco, en el que pedía que no se dijera nada de nadie
ausente que no se pudiera decir con caridad delante de él.
PROÓSITO: Cuando vayas a criticar a alguien, pensar
si me gustaría que dijeran eso de mí a mis espaldas. Recordar que la medida que
use con los demás la usarán otros conmigo.
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