DE LOS PECADOS CAPITALES
Los pecados capitales son siete: Soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula y pereza; no son capitales por ser los más importantes, sino por su frecuencia y relevancia que ocurren en la vida todo creyente y todos son dañinos, especialmente el primero: LA SOBERBIA.
Santo Tomás de Aquino el gran teólogo y filosofo de la Iglesia Católica dijo: “ Un pecado capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable, de manera tal que con el deseo el hombre comete muchos pecados que son origen del vicio primario. Lo que se desea o se rechaza en el pecado capital puede ser material o espiritual; real o imaginario. Todos los deseos pecaminosos y desordenados del hombre conforman la Concupiscencia o tendencia hacia el pecado.
En el Evangelio de este domingo XXX del tiempo ordinario, la Iglesia nos invita a meditar el texto de Lucas 18, 9-14, en la parábola que Jesús expusiera a sus discípulos sobre el Fariseo cumplidor de la Ley y el Publicano, quienes oraron al cielo en el tempo ; el primero se jacta de ser fiel cumplidor haciendo obras buenas y cumpliendo preceptos, y señalando a los demás como no cumplidores del deber; el segundo arrodillado en los últimos bancos, con la cabeza baja, solo reflexiona y pide perdón a Dios por ser un pecador. Cristo les dijo tengan la seguridad que el fariseo se va a su casa sin justificación, y el publicano será justificado y perdonado, concluyendo con la admonición valida parta todos los creyentes: “Todo aquel que se enaltece será humillado y quien se humille será enaltecido.
El Padre Santiago Martín Rodríguez, fundador y presidente de la Congregación Los Franciscanos de María- Misioneros del Agradecimiento” hace la siguiente exégesis del texto evangélico y el cual se publica en todos los medios escritos en América en su Palabra de Vida; “Nos dice que en el mundo secularizado de hoy, donde se vive de espaldas a Dios, o como si Dios no existiera, y de espalda a su Iglesia, su doctrina , su tradición y su magisterio, ejercitando la soberbia en sus diferentes matices; en muchos la soberbia se esconde bajo las galas de la bondad, piensan que cuantas más cosas buenas hagan, mas engreídos están y con más razón juzgan a los demás porque su praxis es inferior a la de ellos. Hay personas que parecen buenas e incluso hacen muchas cosas buenas, y a pesar de ello no obtienen santidad, porque están llenos de vanidad y soberbia. En el fondo se consideran a si mismos superiores a todos y cuando algo les perjudica o cuando ceen que no se le ha atendido o no se le ha hecho caso, se enfadan y hasta se alejan de Dios. Santiago nos invita a arrepentirnos y a reconocer nuestras faltas con humildad y darle gracias a Dios por las cosas buenas, que con su ayuda, somos capaces de hacer, y no pensar que solo damos gracias porque se es bueno, esto lo hace cualquier persona como el fariseo, sino ser consciente de que sin Dios no serían buenas y pedir ayuda al cielo para no juzgar a nadie, porque solo Dios conoce el Corazón del hombre. Hagan lo que la Iglesia nos aconseja: “ Condenar al pecado e intentar salvar al pecador “.
El catecismo de la Iglesia católica en su numeral 1866, define a la soberbia como el pecado capital que consiste en una estima de si mismo o amor propio indebido, que busca la atención y el honor y se pone en antagonismo con Dios.
OCT 2010.
Santo Tomás de Aquino el gran teólogo y filosofo de la Iglesia Católica dijo: “ Un pecado capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable, de manera tal que con el deseo el hombre comete muchos pecados que son origen del vicio primario. Lo que se desea o se rechaza en el pecado capital puede ser material o espiritual; real o imaginario. Todos los deseos pecaminosos y desordenados del hombre conforman la Concupiscencia o tendencia hacia el pecado.
En el Evangelio de este domingo XXX del tiempo ordinario, la Iglesia nos invita a meditar el texto de Lucas 18, 9-14, en la parábola que Jesús expusiera a sus discípulos sobre el Fariseo cumplidor de la Ley y el Publicano, quienes oraron al cielo en el tempo ; el primero se jacta de ser fiel cumplidor haciendo obras buenas y cumpliendo preceptos, y señalando a los demás como no cumplidores del deber; el segundo arrodillado en los últimos bancos, con la cabeza baja, solo reflexiona y pide perdón a Dios por ser un pecador. Cristo les dijo tengan la seguridad que el fariseo se va a su casa sin justificación, y el publicano será justificado y perdonado, concluyendo con la admonición valida parta todos los creyentes: “Todo aquel que se enaltece será humillado y quien se humille será enaltecido.
El Padre Santiago Martín Rodríguez, fundador y presidente de la Congregación Los Franciscanos de María- Misioneros del Agradecimiento” hace la siguiente exégesis del texto evangélico y el cual se publica en todos los medios escritos en América en su Palabra de Vida; “Nos dice que en el mundo secularizado de hoy, donde se vive de espaldas a Dios, o como si Dios no existiera, y de espalda a su Iglesia, su doctrina , su tradición y su magisterio, ejercitando la soberbia en sus diferentes matices; en muchos la soberbia se esconde bajo las galas de la bondad, piensan que cuantas más cosas buenas hagan, mas engreídos están y con más razón juzgan a los demás porque su praxis es inferior a la de ellos. Hay personas que parecen buenas e incluso hacen muchas cosas buenas, y a pesar de ello no obtienen santidad, porque están llenos de vanidad y soberbia. En el fondo se consideran a si mismos superiores a todos y cuando algo les perjudica o cuando ceen que no se le ha atendido o no se le ha hecho caso, se enfadan y hasta se alejan de Dios. Santiago nos invita a arrepentirnos y a reconocer nuestras faltas con humildad y darle gracias a Dios por las cosas buenas, que con su ayuda, somos capaces de hacer, y no pensar que solo damos gracias porque se es bueno, esto lo hace cualquier persona como el fariseo, sino ser consciente de que sin Dios no serían buenas y pedir ayuda al cielo para no juzgar a nadie, porque solo Dios conoce el Corazón del hombre. Hagan lo que la Iglesia nos aconseja: “ Condenar al pecado e intentar salvar al pecador “.
El catecismo de la Iglesia católica en su numeral 1866, define a la soberbia como el pecado capital que consiste en una estima de si mismo o amor propio indebido, que busca la atención y el honor y se pone en antagonismo con Dios.
OCT 2010.
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