miércoles, 3 de abril de 2013

Crwo en la vida Eterna



“Léalo y Reflexione”                                                                               Francisco Jiménez Fermín

CREO EN LA VIDA ETERNA.
        
  Una gran mayoría de creyentes cristianos y hasta de católicos y aún ateos acomodaticios, olvidan las verdades reveladas por Dios, la Tradición y Doctrina de la Iglesia, sobre el destino del alma inmortal, que una vez separada del cuerpo miserable, tendrá las opciones de la vida eterna prometida: 1) La condenación eterna por ser una alma insalvable; 2) El Purgatorio por ser una alma salvada que necesita purificación y 3) La gloria la que tiene acceso de inmediato a la visión beatifica del Padre, es decir estar en el cielo en la comunión de los santos. Son muchos los que no comprenden y se incomodan cuando se les habla de la vida eterna que predicó Jesucristo al mundo de ayer, al mundo de hoy y al de siempre, y que su Santa Iglesia ha recogido en sus dogmas tal cual lo recitamos en el Credo de los Apóstoles. Son confesos hipócritas cuando elevan oraciones y ofrecen sufragios en los templos por la salvación de las almas de sus deudos, o lo hacen por total desconocimiento del destino final del alma en un espacio en la vida eterna. Se ha de tener en cuenta que si alma del deudo que por su causa y decisión está en el espacio de la condenación eterna es decir el Infierno, de nada servirán los sufragios, y si está en el espacio de la gloria del cielo no le hacen falta, pero si purga  su pena temporal por el pecado cometido en el espacio del Purgatorio, le hará mucho bien. Pero, cierto es que la razón humana no conoce el misterio de la misericordia divina, quien si conoce el final del alma y este hecho puede justificar los sufragios ofrecidos.
            Estamos claro que para el hombre el destino final del alma inmortal es un misterio y todo dependerá del amor y la misericordia de Dios. Aunque la persona muera en pecado grave y sin haber existido una confesión sacramental o se trate de un hereje  y hasta de un apóstata que ofende públicamente a Dios, aún así ninguno de nosotros es capaz de leer, saber o discernir sobre el pensamiento final en la hora de su muerte, y solo Dios Todopoderoso puede hacerlo y juzgar las actuaciones del ser humano en la tierra, en sus manos estará el perdón de la ofensa grave que lo libre del castigo eterno de su pecado, es decir del infierno y le permita purgar la pena temporal del mismo, y si la persona muere en gracia de Dios, arrepentido de sus faltas, se salvará de la pena eterna del pecado, pero su alma salvada necesitara también de purificación en el espacio del Purgatorio, antesala del cielo, para poder entrar limpio y puro en la gloria de Dios. Debe igualmente quedar claro que en cuanto a pena y castigo, no se puede afirmar con propiedad que Dios es quien castiga al pecador, lo cierto es que el pecador es quien se castiga a si mismo, porque cada quien escoge libremente con conocimiento y voluntad al pecado y al hacerlo, también escoge el castigo merecido. La persona que vive en pecado mortal libremente decide vivir separado de Dios para siempre y de no arrepentirse merecerá el infierno.
            Que esta cuaresma y en el año de la fe, seamos reflexivos y nuestra conversión permanente tome el camino estrecho de la salvación del alma.                    MAR 2013.

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