“Léalo y
Reflexione”
Francisco Jiménez Fermín
CREO EN LA VIDA ETERNA.
Una
gran mayoría de creyentes cristianos y hasta de católicos y aún ateos
acomodaticios, olvidan las verdades reveladas por Dios, la Tradición y Doctrina
de la Iglesia, sobre el destino del alma inmortal, que una vez separada del
cuerpo miserable, tendrá las opciones de la vida eterna prometida: 1) La
condenación eterna por ser una alma insalvable; 2) El Purgatorio por ser una
alma salvada que necesita purificación y 3) La gloria la que tiene acceso de
inmediato a la visión beatifica del Padre, es decir estar en el cielo en la comunión
de los santos. Son muchos los que no comprenden y se incomodan cuando se les
habla de la vida eterna que predicó Jesucristo al mundo de ayer, al mundo de
hoy y al de siempre, y que su Santa Iglesia ha recogido en sus dogmas tal cual
lo recitamos en el Credo de los Apóstoles. Son confesos hipócritas cuando elevan
oraciones y ofrecen sufragios en los templos por la salvación de las almas de
sus deudos, o lo hacen por total desconocimiento del destino final del alma en
un espacio en la vida eterna. Se ha de tener en cuenta que si alma del deudo
que por su causa y decisión está en el espacio de la condenación eterna es
decir el Infierno, de nada servirán los sufragios, y si está en el espacio de
la gloria del cielo no le hacen falta, pero si purga su pena temporal por el pecado cometido en el
espacio del Purgatorio, le hará mucho bien. Pero, cierto es que la razón humana
no conoce el misterio de la misericordia divina, quien si conoce el final del
alma y este hecho puede justificar los sufragios ofrecidos.
Estamos claro que para el
hombre el destino final del alma inmortal es un misterio y todo dependerá del
amor y la misericordia de Dios. Aunque la persona muera en pecado grave y sin
haber existido una confesión sacramental o se trate de un hereje y hasta de un apóstata que ofende
públicamente a Dios, aún así ninguno de nosotros es capaz de leer, saber o
discernir sobre el pensamiento final en la hora de su muerte, y solo Dios
Todopoderoso puede hacerlo y juzgar las actuaciones del ser humano en la
tierra, en sus manos estará el perdón de la ofensa grave que lo libre del castigo
eterno de su pecado, es decir del infierno y le permita purgar la pena temporal
del mismo, y si la persona muere en gracia de Dios, arrepentido de sus faltas,
se salvará de la pena eterna del pecado, pero su alma salvada necesitara
también de purificación en el espacio del Purgatorio, antesala del cielo, para
poder entrar limpio y puro en la gloria de Dios. Debe igualmente quedar claro
que en cuanto a pena y castigo, no se puede afirmar con propiedad que Dios es
quien castiga al pecador, lo cierto es que el pecador es quien se castiga a si
mismo, porque cada quien escoge libremente con conocimiento y voluntad al
pecado y al hacerlo, también escoge el castigo merecido. La persona que vive en
pecado mortal libremente decide vivir separado de Dios para siempre y de no
arrepentirse merecerá el infierno.
Que esta cuaresma y en el
año de la fe, seamos reflexivos y nuestra conversión permanente tome el camino
estrecho de la salvación del alma. MAR 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario