DOMINGO XI: Ser fiel a Cristo aunque me critiquen
(Mc 4, 30-33): “El Reino de Dios es como un grano de
mostaza que, cuando se siembra en la tierra es más pequeña que cualquier
semilla; pero, una vez sembrada crece y es mayor que todas las hortalizas y
echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra”.
Luz del mundo,
sal de la tierra, levadura en la masa, grano de mostaza. Con éstas y otras
comparaciones, Jesús quería indicar a sus seguidores que Él no tenía miedo a
que fueran pocos, sino que lo que a Él le preocupaba era que fueran
innecesarios, inútiles, inservibles. Hemos llegado a pensar que sólo
influiremos en la sociedad cuando tengamos el poder o cuando seamos la mayoría.
En cambio, el Señor tenía otra forma de ver las cosas. Nuestra influencia
vendrá de nuestra capacidad de ser fieles a Cristo y a su mensaje. Sólo así
seremos sal de la tierra. Sólo así nos convertiremos en una planta de mostaza,
que a pesar de su pequeñez original da sombra a los que buscan guarecerse de
las inclemencias del tiempo.
¿Cómo hacer? Ante todo
debemos fiarnos de Cristo y no de lo que nos digan unos y otros. Continuamente
nos dicen que si hacemos rebajas en la moral va a venir más gente a la Iglesia.
Eso es falso, como demuestra lo sucedido en las Iglesias protestantes. Además,
debemos aceptar ser minoría; lo que nos debe preocupar no es el número sino la
fidelidad al Señor, estando convencidos de que eso es lo que nos hará ser
útiles a Dios y a los hombres. Por lo tanto, cuando algo nos haga dudar,
estemos dispuestos a creer lo que nos enseña la Iglesia antes de creer en lo
que la sociedad relativista nos dice que es lo verdadero. Y no darle
importancia a las críticas que nos hagan por esa fidelidad
PROPÓSITO: No dejarnos vencer por el relativismo.
Aceptar las enseñanzas de la Iglesia, tanto cuando las entendemos, como cuando
no las comprendemos del todo o nos cuesta practicarlas
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