“Palabra de
Vida” Franciscanos de María
3er DOMINGO DE PASCUA: No
eches de tu lado a Cristo.
(Lc 24, 14) “Mientras conversaban y discutían,
Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran
capaces de reconocerle.”
El Señor, según nos cuenta San
Mateo no dejó sólo su presencia real ligada a la Eucaristía. También quiso
quedarse con nosotros a través de otra "sustancia" singular: el amor
y el amor recíproco. Efectivamente, Él ligó su presencia a la unidad entre sus
discípulos: "Donde dos o más están unidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos" (Mt 18, 20). Por eso los dos discípulos que huían de
Jerusalén camino de Emaús, a pesar de su cobardía y de su falta de fe, llevaban
con ellos la presencia de Cristo, pues se querían y estaban unidos en el nombre
del Señor. Sin embargo, no lo sabían y por eso no lo reconocían.
También a nosotros nos
puede pasar lo mismo. Es posible que no nos demos cuenta de que el Señor está
en nuestro hogar y que le expulsemos de allí cuando nos enfrentamos unos a
otros, cuando hay violencia o tensiones. A veces, con mucha frecuencia, eso se
produce por naderías, por insignificancias, por puro egoísmo. Echamos a Jesús
de nuestro lado cuando rompemos la unidad, cuando desaparece el amor recíproco.
Le invitamos a que esté entre nosotros, por el contrario, cuando amamos al
prójimo en nombre del Señor, como amó el Señor y por el Señor. Y el Señor amó
con una motivación religiosa -por Dios- y con un amor que incluía el perdón y
la generosidad.
También podemos echar de
nuestro lado a Cristo, o al menos no darnos cuenta de su presencia y por lo
tanto no valorarla, cuando consideramos que Él nos ha abandonado por el hecho
de estar pasando dificultades. Aunque no sintamos a Cristo, no debemos dudar ni
de su presencia ni de su amor.
Propósito: Analiza
tus relaciones comunitarias (familia, amigos, trabajo...), para ver si te estás
comportando de modo que el Señor esté presente, para ver si hay unidad.
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