“Léalo y Reflexione”
Francisco Jiménez Fermín
APOSTOLADO EN LA VIDA ORDINARIA
Hoy en mi columna reflexiono sobre el Apostolado en la vida ordinaria,
tema importante desarrollado por San José Maria Escriva en su libro: Amigos de
Dios. En la religión católica, quien se haga llamar cristiano tiene que ser
apóstol y su apostolado lo ejercerá en la vida, desde el momento cuando se hizo
creyente e hijo de Dios por el Bautismo, hasta cuando reciba el llamado del
Padre para pasar a la vida eterna. Y tenemos que hacer el apostolado porque
Dios lo quiere, porque así nos lo ha mandado: “Id por todo el mundo y predicad
el Evangelio” (Mc 16,15).
San José María
Escriva, nos dice que para cumplir ese apostolado se puede hacer de muchas maneras, antes que nada: con el
ejemplo, viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios, como vivió Jesucristo con
su vida y sus enseñanzas; y nos advierte que la verdadera fe es aquella que no
permite que las acciones o las obras que hagamos no contradigan lo que se
afirma con las palabras”. Examina tu conducta personal, y mide la autenticidad
de la fe de lo que crees y celebra la Iglesia. No somos verdaderamente
creyentes si no nos esforzamos por realizar con nuestras acciones lo que
confesamos con los labios
San José María
nos recomienda: En medio del trabajo, en la casa, en la calle, con todos los
problemas que se tengan, allí y solamente allí, en ese momento nuestras
palabras y nuestras acciones y hasta nuestras miserias desprenderán ese bonus odor Christi (buen olor de Cristo), que
la gente apreciará para decir: “He ahí un cristiano” Y si tu admitieras la
tentación de preguntarte: ¿Quién me manda a meterme en esto?, la respuesta está
en la petición que el mismo Cristo te hace.”: La mies es mucha, y los obreros
son pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe operarios a su mies. No
concluyas cómodamente: Yo para esto no sirvo, para esto ya hay otros; esas
tareas me resultan extrañas. No, para esto, no hay otros; si tu pudieras decir
eso, todos podrían decir lo mismo. El ruego de Cristo se dirige a todos, a cada
uno de los cristianos. Nadie está dispensado: ni por razones de edad, ni de
salud, ni de ocupación. No existen excusas de ningún género. O producimos frutos
de apostolado o nuestra fe será estéril.
Prosigue San
José María: ¿Quién ha dispuesto que para hablar de Cristo, para difundir su
doctrina, sea preciso hacer cosas raras o cosas extraordinarias? : Vive la vida
ordinaria, trabaja donde estés, procura cumplir con los deberes del Estado,
acabar bien la labor de tu profesión o de tu oficio, haciéndolo cada vez mejor,
sé leal, comprensivo con los demás y exigente contigo mismo. Ese sería tu
Apostolado.
Cristo no
acepta que tu fe la tergiverses, cuando dices creo en la Iglesia pero no en sus
sacerdotes, no me confieso con hombres sino a solas con Dios, poco me importa
el que sufre a mi lado, el que pide o el marginado ya habrá alguien que les
atienda, y tu puedes ayudar y no lo haces, no comulgo porque la hostia y el
vino consagrado en la misa siguen siendo pan y vino, y no cuerpo y sangre de
Cristo. En el culto me comporto a mi manera, en la política estoy con el
gobierno y su partido, comulgo con sus ideas y repito todo cuanto dicen de los
curas y de la Iglesia. Tu eres entonces un cristiano falso e hipócrita, un mal
cristiano indigno de la misericordia de Dios. MAYO 14.
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