" Léalo y Reflexione "
Francisco Jiménez Fermín
SAL DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO
Cristo dijo a
sus discípulos: "Ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal pierde su
sabor, ¿ conque se salará? Ya no sirve para
nada, sino para tirarla fuera y que la pisen los hombres. Ustedes son la luz
del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de una montaña.
Tampoco se encienda una lámpara de aceite para cubrirla con una vasija de
barro, sino que se pone sobre el candelero, para que alumbre a todos los que
están en la casa. Brille su luz delante de los hombres de modo que, al ver sus
buenas obras, den gloria a su Padre que está en los cielos." (Mat 5,
13-16)
Este texto
evangélico hoy en el año 2013, cuando celebramos en la Iglesia católica el Año
de la Fe, nuestro Santo Padre el Papa Francisco nos dice: “No seamos cristianos insípidos”, Aceptemos el texto evangélico
como una exhortación permanente de Cristo para todos los creyentes. Nosotros
hoy, como los discípulos ayer, haciendo la voluntad del Padre, cumpliendo sus
mandamientos, viviendo las bienaventuranzas, defendiendo la tradición de la
Iglesia nos convertiremos en fermentos (sal y luz) en comunidades donde vivamos,
porque la sal es la sazón en la vida, no solo en los alimentos, sino en todas
las actividades pastorales, y que además preserva contra la putrefacción y
corrupción.
El pueblo de
Dios lo conforman quienes han nacido al mundo por el agua y el Espíritu, es
decir por la fe y el bautismo; somos Iglesia y la cabeza de su cuerpo es
Cristo, su identidad está en la fe con que creemos, en el amor que le
profesamos y en la esperanza en sus promesas. Su Ley se resume en amar a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, por tanto su misión es ser
sal en la tierra y luz del mundo.
Que nadie
piense en nuestro tiempo, que seamos salados, salameros o zarzoso, hombre
despierto y festivo y prestos a cualquiera acción No es así, la sal en el
evangelio ayer y hoy es dar sabor al amor, es aliñar nuestra vida con el
Espíritu Santo, y con el deber de hacer el bien, no hacer mal y alejarnos del
mismo. Tener sal es tener sabor de cristiano, ser distinto, ser creyente
comprometido, siempre dispuesto en la vida para abrazar las virtudes morales
que nos lleven a ser un buen cristiano y un buen ciudadano.
Cristo en su vida publica evangelizadora
expresó muchas veces que Él era la luz y el camino, y que para llegar al Padre Él
era instrumento, invitándonos de diferentes maneras a seguirlo y a imitarlo, a
ver esa luz que como el sol no se puede tapar con un dedo, ni puede perder
vigencia su palabra encumbrada en su buena nueva, como la casa del pasaje
bíblico que no se oculta por estar en la cima de la montaña, y nos invita que
en la medida que nos hagamos partícipes de la luz de Dios, alumbraremos todos
los ambientes del entorno donde actuamos, con la recomendación de que la
lámpara encendida alumbre a todos los que están en casa, nos alumbre a nosotros
por siempre y alumbre al hermano mediante la obras permanentes de misericordia
espiritual de educar al que no sabe y corregir a quien se equivoca.
El
Comportamiento del cristiano para ser sal en la vida y luz en el mundo,
necesita el esfuerzo permanente de todos los días de cultivar cada vez mas
nuestra fe y de producir siempre obras de misericordia, en constante contacto
con Dios mediante la oración frecuente individual o comunitaria. Adelante amigo
sin desfallecer siempre adelante.
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