NO CREO EN LA FE DEL PRESIDENTE
Desde el año 1999 hasta este año 2011 las posiciones, promesas, exclusiones, planes de gobierno, definiciones doctrinarias emitidas desde la Presidencia, desde los altos cargos del gobierno, desde la dirigencia cupular de la organización política que lo apoya, permite discernir a cualquier creyente por despistado que sea, que haya oído y leído informaciones de prensa, radio y televisión de los medios afectos al gobierno u opuestos al mismo, que no hay razón para entender lo que dicen pero que no hacen y otorgarle crédito y confiabilidad, precisamente por las contradicciones, los engaños, las confrontaciones, el incumplimiento de la Constitución, por la semilla del odio sembrado y por la manida disposición de dividir al país nacional en revolucionarios y contra-revolucionarios, en comunistas y demócratas, en capitalistas y proletarios, en pobres y ricos.
En esta oportunidad como columnista cristiano que soy y especialmente como profesional de la medicina, ante todo lo actuado desde la Presidencia de la Republica y el alto gobierno, me atrevo a expresar que realmente pongo en duda su fe o no creo en ella, y no porque el Presidente como bautizado e hijo de Dios tiene derecho, pero que por el rol que el pueblo le dio para gobernar al País demuestra soberbia en su mandato y muy poca humildad y se alejó totalmente de sistema democrático por medio del cual ocupa la primera magistratura y lleva al País a más comunismo y menos democracia.
Si revisáramos en el tiempo las confrontaciones de la Presidencia con la Iglesia Cristiana y muy especialmente con la Católica, a cuyo credo pertenece la mayoría del pueblo venezolano, a vuelo de pájaro diremos alguna cosas: La manipulación de nuestros íconos, la insidiosa posición de dividir al clero, satanizándolos con ser adecos con sotanas; el desconocimiento de las autoridades representadas en la Conferencia Episcopal Venezolana, la confrontación ante los exhortos hechos por la misma para que se respeten la dignidad de la persona, la justicia social, el bien común, ,la libertad religiosa y el derecho de los padres a la educación cristiana de los hijos; el retiro de los subsidios que por años recibieron las Instituciones cristianas, pero que sin embargo ahora los disfrutan los países vecinos, no por verdadera caridad o amor al prójimo, sino con la intención de obtener prebendas en la política mundial. Los conceptos despectivos e irracionales contra los muertos como se hizo con el Cardenal Velasco Ibarra a quien se le advirtió que se encontrarían en el mismo infierno; la forma irrespetuosa como ha sido tratado nuestro Cardenal Urosa sabino, quien no hizo caso a las lisonjas que el gobierno le brindara cuando obtuvo tan honrosa designación por el Vaticano.
Finalmente como médico y como católico, reconozco la fe que se pueda tener por temor a la muerte o por la pena eterna al pecador, aunque mucho mejor es la fe por el agradecimiento de todo lo que se es y se tiene porque se le debe al Dios del Universo; la enfermedad grave que se tenga no es un castigo de Dios, es realmente como todos los males una acción de Satán, y por ello se acude al Señor, arrepentido de las faltas y con enmienda de no volver a pecar, para pedir con humildad perdón y creer en el tesoro inmenso de su Divina Misericordia y en el poder del mismo Sacramento de la Unción de loa enfermos u extremaunción que el Obispo Moronta suministró. Me satisface que esa fe haya producido algunos cambios, pero los mismos son muy pocos, y más temprano que tarde volverá a tropezar con la misma piedra. A la voluntad de Dios no se le reta porque Dios, como dice el adagio popular castiga sin piedras y sin palos. SEPTIEMBRE 2011
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