viernes, 16 de septiembre de 2011

LA DEVOCIÓN A MARIA SANTÍSIMA

“Léalo y Reflexione” Francisco Jiménez Fermín

LA DEVOCIÓN A MARÍA

El pueblo Venezolano que mayoritariamente es católico, es también mayoritariamente devoto de la Virgen María, y esa devoción desborda en mucho el ámbito del culto eclesial en Capillas, Templos, Catedrales, Basílicas y Santuarios, es una devoción plural, popular y sincera que abarca todas las advocaciones de la Virgen Santísima en los pueblos de Venezuela, en especial la devoción a la Virgen de Coromoto Patrona de Venezuela, la Virgen de la Chiquinquirá patrona de los Zulianos, la Virgen de la Divina Pastora patrona en el Estado Lara y la devoción de la Virgen del Valle patrona del Oriente del País.

En cuanto a nuestra Virgencita del Valle, a quien con cariño le llamamos Vallita, como al Santo Cristo del buen viaje en Pampatar le llamamos el viejo, en ocasión de la celebración del 100 aniversario de su coronación canónica, las autoridades eclesiásticas y civiles, los movimiento de apostolado, la gente consagrada, los laicos organizados, el pueblo en general, y en especial el pueblo del Valle del Espíritu Santo, unieron sus esfuerzos y con planificación de primera e invalorable apoyo del Gobierno Regional produjeron en el campo Eucarístico en la celebración central, el milagro de concentrar más de 50 mil feligreses que rindieron el 8 de septiembre la máxima veneración, hyperlatría, a la madre de Dios y madre nuestra.

Concluidos los actos del centenario de la Coronación Canónica de le Virgen, cabe como enseñanza para todos que los asistentes y para quienes siguieron el evento por los medios de comunicación social, hacernos algunas reflexiones apologéticas para que con un interrogatorio individual y sincero concluyamos si nuestro fervor por María obedece a una fe católica solida bien cimentada en los principios establecidos por el magisterio de la Iglesia, u obedece a una emoción espontanea y contagiosa que ve en María la madre protectora y bienhechora y a quien vamos a rendir honores, agradecer y hacer peticiones o simplemente estuvimos presente por esnobismo o alguna razón social. Ante estas motivaciones tenemos el deber de preguntar a la Virgen, como está nuestra fe, si hay coherencia entre lo que creo y lo que hago, si soy consecuente con el credo que profeso, si soy un cristiano a la manera de Cristo o a nuestra propia manera relativista.

Pregúntale en tus oraciones privadas, en tus momentos de reflexión profunda con ella, si estás cumpliendo con lo que en su vida terrena nos recomendó como aquello de hacer lo que él os diga, si nuestro credo en María es base para ser el primer cumplidor de los mandatos de Cristo y de su Iglesia, si los dolores y sufrimientos en la pasión del Hijo los vivimos imitándola y guardándolos en nuestros corazones, si apoyo con todas mis fuerzas a la Iglesia católica como lo hizo María en la Iglesia primitiva de los apóstoles. Si creo y confío en sus milagrosas apariciones en el mundo desde el Pilar cuando Santiago aún estaba en vida hasta sus apariciones de Lourdes y Fátima reconocidas por la Iglesia, si rezas todos los días el Santo Rosario como lo recomendó, si intentas llegar al amor de Dios imitándola siempre a ella.

Si realmente cumples positivamente con estas interrogantes contarás siempre con su manto protector y su atención a la hora de la muerte, de lo contrario es imperativo que te empeñes en cumplir. Que el recuerdo y la presencia de María te ayuden a ser mariano por convicción y por amor a Dios y amor al prójimo. SEP 2011.

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