EL SACRAMENTO DEL ORDEN
Los 7 Sacramentos de la Iglesia Católica fueron establecidos por Jesucristo para la salvación de las almas, y éste en particular es piedra angular para que se realicen los demás, porque si no existieran los ministros del altar, la Eucaristía no sería una realidad ni hubiese perdón de los pecados en la confesión o en la Unción de los enfermos.
El Sacramento del Orden Sacerdotal tiene tres grados: El tercero de los Epíscopes, que es el superior: (El Papa. Cardenales, Arzobispos y Obispos). El segundo de los Presbíteros que es el intermedio: (monseñores y sacerdotes) y el primero, que es el inferior: (Diáconos transitorios y permanentes). El grado superior, tercer grado, tiene la Plenitud del Sacramento en la liturgia y todo lo pueden hacer. El grado intermedio, segundo grado pueden hacer todos con los limitaciones siguientes: no pueden ordenar, no podrán confirmar si tener un delegación especial de su Obispo a quien deben obediencia y no podrán emitir opinión oficial de la Diócesis y El grado inferior, primer grado, lo pueden todo con las mismas limitaciones del sacerdote, y además no pueden consagrar y por tanto realizar la Eucaristía, ni declarar perdonados los pecados en la Confesión o en la Unción de los enfermos.
Todos forman el clero de la Iglesia Católica.. El sacramento del Orden confiere un carácter espiritusl indeleble, que no puede ser reiterado ni ser conferido para un tiempo determinado. Se le puede liberar de sus obligaciones y hasta se les puede impedir ejercerlas, pero no vuelve a ser laico nuevamente. Todos deberán aceptar el celibato que manda la Santa Iglesia, con excepción del Diacono Permanente si es casado; el mayor numero lo forma el Presbiterado, luego le sigue el Epíscopado y el menor número lo conforma el Diaconado permanente. A este por ser el menos conocido por el pueblo de Dios, esta columna le dará mayor cabida.
El Diácono, hombre que ha recibido el primer grado del orden sacerdotal por la imposición de las manos del Obispo, está al servicio de Dios, del Altar y de la Iglesia, y su origen se remonta al tiempo de los apóstoles, cuando se decidió establecer en la comunidad primitiva de la Iglesia los primeros 7 diáconos: Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás. En la primera Carta a Timoteo: “Se recomienda que sean hombres honestos, sin doblés, no dados al mucho vino, no ser codiciosos de ganancias deshonestas, que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia, y que luego sometidos a prueba, ejerzan el Diaconado si son irreprensibles”. Según el Catecismo de la Iglesia Católica ellos no son sacerdotes, pero pertenecen al clero y forman parte de la jerarquía eclesiástica una vez que reciben el Orden sacerdotal en el grado de Diaconado, cuando el fiel pasa a ser clérigo. En el Diaconado de la Iglesia Católica existen dos tipos: Diácono Transitorio y Diácono Permanente; los transitorios son los seminaristas hasta que culminen sus estudios y son ordenados sacerdotes por el Obispo, por tanto se explica que por un tiempo todos los sacerdotes han sido primero diáconos. El Diácono Permanente puede ser conferido a hombres casados o solteros, especialmente comprometidos con la comunidad y la Iglesia, debe ser hombre probo, caritativo, respetuoso y servicial; si es casado se le exigirá la autorización de la esposa, en caso de enviudar puede aspirar al presbiterado, y mantenerse célibe; si es soltero debe ser célibe y no podrá contraer matrimonio
En nuestra Diócesis tenemos un solo Diácono Permanente, el hermano en la fe, Jesús Quintana, quien felizmente casado cumple humildemente su servicio en la catedral, y en la comunidad de Salamanca. Con agrado elevo al cielo mis oraciones para que continúe por muchos años más su labor pastoral, y recordemos que se le identifica en el culto por la estola que va del hombro izquierdo al derecho, cuando dirige la liturgia de la palabra.
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