“Léalo y Reflexione” Francisco Jiménez Fermín
Dame, dame. Señor, dame
La mayoría de los creyentes que se acercan a Dios para conversar con él, casi siempre por el interés del cielo y salvación prometidos por Cristo, o por el temor de la condenación eterna del infierno, con frecuencia lo hacen así: Dame, dame, Señor, la salud; dame Señor empleo, dame Señor dinero. Dame, dame, dame, es lo que se les ocurren en las oraciones. Y esto realmente no es pecaminoso, inconveniente, ni exagerado, porque el mismo Jesucristo nos prometió el bien, porque nos recomendó pedir, y dijo: pide y se os dará, busca y encontrarás, llama y se os abrirá; ni porque haya dicho que se debe orar con perseverancia. Lo que no se puede tolerar es el hecho que solo se pida lo material y nunca o muy pocas veces lo espiritual. ¿ Porqué? No pedimos sabiduría para administrar lo poco o lo mucho que tenemos en la vida. ¿ Porqué? No pedir fortaleza para soportar la Cruz que debemos llevar en los hombros porque hemos decidió seguir al Señor. ¿Poruqé? No pedir que nos aumente la confianza, nos de entendimiento y don discernimiento para quedarnos con lo bueno y desechar lo malo, lo bueno que dejamos de hacer y lo malo que hacemos; y finalmente porqué antes de pedir nada sea material o espiritual no empezamos por agradecer. Agradecer al Señor Dios nuestro, todo lo que tenemos, lo que hemos tenido y ahora no tenemos. Agradecer la creación del universo y todo lo que existe en este mundo donde vivimos, el ser que se nos ha dado, la familia que tenemos, la educación que recibimos, el alimento que comemos y en fin agradecer todo lo que somos.
Para llegar mis queridos amigos a ser agradecido, todos los días y siempre de Dios, solo lo conseguiremos con la Oración frecuente, perseverante y sincera, leyendo los textos o simplemente conversando a solas con Jesús; procurando además que la oración no solo sea individual sino comunitaria. Lo conseguimos con el cumplimiento de los mandatos y la frecuencia de los Sacramentos establecidos por Cristo, y sobre todo aquellos que podemos recibir varias veces, especialmente la Confesión y el arrepentimiento de nuestros pecados y con la Eucaristía es decir con la Misa Dominical y si es posible diaria, no solo participando de la misma, sino comulgando, comiendo la carne de Cristo y bebiendo su sangre, en ese milagro diario de la Transubstanciación de las especies del pan y el vino establecido en la ultima cena del Señor con sus apóstoles y el cual disfrutamos hoy en la posteridad.
Que bueno sería para todos los creyentes, para todos los cristianos, en especial para los católicos y sobre todo aquellos que tienen su fe débil y están acosados por las tentaciones, de hacer en este tiempo cuaresmal un alto en el camino, para la reflexión sincera, para re-encontrarse con Cristo, para ser cristianos como Cristo quiere y no a la manera como queremos nosotros. Yo sé que si tu amigo que lees estas reflexiones, le oras a Dios pidiendo que te alumbre el camino conseguirás ese objetivo, y al conseguirlo me sentiré satisfecho y agradecido, porque también por este medio comunicacional se logra evangelizar en la Misión Continental de América, la Misión Continental de Venezuela, y la Misión Continental de la Diócesis de Margarita.
Marzo 2010
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