"Léalo y Reflexione" Francisco Jiménez Fermín
MI REFLEXIÓN PARA ADVIENTO
En mi oración contemplativa en el tiempo de Adviento, como todos los días, al conversar directamente con el Señor, le pido sabiduría para mis decisiones, discernimiento para distinguir con claridad el bien que debo hacer y el mal que debo evitar, fortaleza para mantenerme en el camino recto de la verdad sintiéndome agradecido y dispuesto al trabajo cotidiano de un buen cristiano.
Si Usted mi querido lector le hablas a Dios todos los días con amor, sin poner condiciones, y no únicamente cuando existe una situación difícil, de dolor y sufrimiento, encontrarás con seguridad el camino expedito, porque Jesús te lo dice: Cuando toco tu puerta, si la abres entraré y cenaré contigo. En el hogar, en tu corazón y en la intimidad de tu alma, tendrás siempre el consuelo, él nos lo ha dicho: Vengan a mi todos los que estén angustiados y agobiados y yo les aliviaré. Entenderás la situación del sufrimiento y podrás discernir sobre el plan de Dios con la aceptación de su divina voluntad.
Que no cunda en ti la desesperación, cuando no aceptes ni comprendas el misterio divino, porque muy cerca de ti está Satanás, el peor enemigo del alma, quien te indispone y te empuja para que te rebeles contra tu Dios y Dios nuestro, que es amor y misericordia. Si sigues sus consejo e indicaciones, entrarás por el camino equivocado; si recapacitas pedirás la ayuda necesaria para salir del mal, salir a flote de tal profundidad, si la situación persiste y por desgracia llegas a morir enemistado con Dios por el pecado mortal en contra de su amor y de su ley, tu alma se habrá condenado al fuego inextinguible del infierno, donde cualquier iniciativa propia será en vano, como en vano serán todos las iniciativas y ruegos que los vivos puedan ofrecer en su peregrinar por la tierra.
Hermano en Cristo, es necesario tu reflexión en este tiempo de adviento, tiempo de preparación y penitencia para recibir al niño Dios, al Dios hijo que se hizo hombre para nuestra redención y salvación. Si la acompañas con una Confesión Sacramental y oras todo el tiempo que puedas, con dolor de tus faltas, arrepentimiento y propósito de no volver a pecar, demostrarás que has escogido el camino recto no solo para ti, sino que te esforzarás para que tus prójimos, cercanos y lejanos, también lo consigan. Hazlo y verás que el gozo y la alegría de vivir volverán a ti y a tu entorno.. DIC 2009.
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