LEVANTATE NO TENGAS MIEDO
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“El Evangelio de Cristo, Los Papas y la Iglesia católica nos invitan permanentemente, a no tener miedo, a ser testigos de Cristo en medio del mundo secularizado y violento en el que nos toca vivir. El prólogo del Evangelio de San Juan nos recuerda que el Señor es "la luz verdadera que alumbra a todo hombre", pero que fue rechazada desde un principio por aquellos a los que no les interesaba que la luz mostrase sus pecados y defectos. Hoy sucede igual que entonces. Dios ofrece misericordia y el hombre la rechaza y lo que pide es tolerancia; la misericordia, incluso, le ofende, pues implica concepto de pecado y por lo tanto arrepentimiento y petición de perdón; la tolerancia, en cambio, no entra en el fondo moral de las cosas sino que reclama vía libre para hacer lo que cada uno quiera, siempre que no se salten las leyes civiles, las cuales, por cierto, son modificadas continuamente por los Parlamentos para hacerlas cada vez más permisivas. Es el problema del relativismo, la "dictadura del relativismo" como la llamó Benedicto XVI, pues la ideología relativista se convierte en dictadura cuando persigue, de una forma o de otra, a todos los que la rechazan, a los que consideran que la realidad existe, que los comportamientos son buenos o malos por sí mismos y no por lo que cada uno quiera decidir acerca de ellos. Estamos, pues, bajo una dictadura que, como toda dictadura, tiene sus víctimas. Estas son, ante todo, las del aborto y luego vienen las de la eutanasia más o menos encubierta; pero también son víctimas de esta dictadura del relativismo los jóvenes que crecen sin valores objetivos -violencia estudiantil, alcohol, droga, fracaso escolar, fracaso profesional por poca formación y competitividad, las familias -rupturas matrimoniales, violencia doméstica-, la naturaleza –el consumismo está esquilmando los recursos naturales- y la economía -la crisis económica tiene una raíz moral y no es sólo una mera coyuntura ligada a los inevitables altibajos de los ciclos económicos-. También somos víctimas todos aquellos que, como los católicos fieles al Papa, nos negamos a claudicar ante la cultura dictatorial imperante y seguimos reivindicando la existencia de la realidad frente al imperio de la subjetividad. Pablo VI decía que nuestra época no escucha ya a los maestros pues no busca la verdad, pero sigue escuchando a los testigos; debemos ser testigos, con la santidad de nuestra vida y con la valentía de nuestra unión pública a Cristo y a su Iglesia, pero también tenemos que ser maestros, aunque no nos escuche casi nadie, con nuestra formación.” ENE.2010.
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