“Léalo y Reflexione” Francisco Jiménez Fermín
SACERDOTES Y LAICOS
En la Iglesia de Cristo todos somos hijos de Dios y somos guardianes de su Iglesia por el Bautismo, los creyentes sacerdotes ministeriales, servidores del altar por el sacramento del orden, son responsables para pastorear, cuidar, dirigir, formar, en una palabra evangelizar al pueblo de Dios en la comunidad eclesial; los creyentes que sin ser sacerdotes ministeriales, por el bautismo ejercen el sacerdocio común en el pueblo de Dios que está en el mundo, en ese mundo de la familia y la sociedad con todas las realidades temporales que existan, tienen el deber de evangelizar, de enseñar, formar, por el amor de Dios y amor al prójimo. El cura, sea párroco o vicario, sea obispo, sea diocesano o pertenezca a una congregación religiosa, en su rol diario no tiene porque intervenir en la tribuna pública, ni en la política, en la funciones ordinarias de la vida ciudadana, a menos que su intervención tenga que ver con la defensa de la dignidad de la persona, el bien común, los derechos sagrados del hombre sustentados por la ley natural de Dios; en cambio el creyente laico, el seglar, quien ejerce su sacerdocio común está en la obligación de llevar la palabra de Dios en cualquier realidad que le toque vivir en este mundo, sea desde el gobierno o fuera de él, desde un organismo legislativo, de educación, de promoción, de sana diversión, de economía, de acción social etc.
Los Sacerdotes del ministerio ordenado no tiene que caer en los extremos de un clericalismo radical, donde además de curas pretenda ejercer los mejores roles de laicos, donde su argumentos no se discutan, y pretendan que sean aceptados siempre. Ni los laicos ejercerán ni un laicismo activo que pretenda suplantar al sacerdote ministerial, ni un laicismo pasivo que permita al cura hacer y deshacer cuanto quiera. Queremos sacerdotes de avance, justos, bien formados, con nuevo ropaje, dispuestos para la renovación, que dejen de ser conservadores, que sean proactivos, dispuestos siempre a sembrar el fruto para obtener buenas cosechas. Queremos laicos que no pretendan ser sacerdotes, ni mucho menos agentes de sacristía, cabizbajos y sometidos, donde su pastoral consiste en ir a misa cada domingo, cumplir con la familia en lo posible, pero que ven pasar al Cristo sufriente tanto de personas como de situaciones y se hacen a un lado totalmente desentendidos. Así como pedimos que la pastoral de la Iglesia sea un pastoral misionera, la pastoral del laicos debe ser de ejemplo, testimonio, cumplimiento del deber, y sobre todo caridad cristiana tanto material como espiritual en el espacio y el tiempo. Creemos que lo que se propone en la Diócesis de Margarita para los próximos meses está encaminado hacia la renovación de los roles en la Iglesia tanto de sus ministros como de sus laicos; se hace indispensable implementar en la Iglesia de Cristo, las comunidades eclesiales de base, que pregonó nuestro querido Papa Juan Pablo II, o nuestras células evangelizadoras parroquiales, alimentadas en una data abundante de voluntarios para el trabajo misionero, todo en sintonía con las recomendaciones del Concilio Plenario de Venezuela, y de las decisiones de la V Conferencia del Episcopado latinoamericano celebrado en Aparecida en el 2007. .
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