viernes, 24 de octubre de 2008

POR EL AMOR DE DIOS

“Léalo y Refelxione” Francisco Jiménez Fermín

POR EL AMOR DE DIOS

Por el amor de Dios, el creyente agradecido ama a Dios, y lo ama como Dios manda, con todo el corazón, con toda el alma, con toda su voluntad. Lo ama primero que todo y que todos, y por Él ama a su hermano como se ama así mismo. Entendemos de esta forma el primer mandamiento de la ley divina, y damos por cierto la síntesis de los diez mandamientos en uno, hecho por Cristo al instituir el mandamiento del Amor y diremos como con San Agustín: “Ama a Dios y haz lo que quieras”, porque quien ama a Dios lo único que puede hacer siempre será el bien.

En la cotidianidad los creyentes y especialmente los bautizados, quienes por la gracia del sacramento son hijos de Cristo, están en el deber de llenarse de motivaciones para mantener ese amor, y para su promoción y acción les basta con revisar La Palabra de Dios en las Escrituras tanto de la Vieja o como de la Nueva Alianza, para degustarla y digerirla. Allí está la Creación del universo, allí está la creación del hombre mismo, los profetas, Cristo el Hijo Redentor, quien redime al hombre del pecado, y su Espíritu Santo quien lo santifica durante su vida terrena. Allí está el misterio de la Pascua Cristiana, la pasión, muerte y Resurrección de Jesús, todo lo que por amor al Padre hizo el Hijo para la redención del hombre. Está la Iglesia única, santa y universal que nos dejó para preservar la fe y sus enseñanzas a través de los siglos, y que aún con sus errores por ser comunión de hombres, permanece incólume porque cuenta con la gracia de Dios y jamás será destruida por el mal. Allí están los Sacramentos y en especial la Reconciliación o Confesión y la Acción de Gracias, Eucaristía o Comunión. Allí está el Magisterio de la Iglesia con sus santos que son modelos y testimonio para el mundo cristiano. Todas estas circunstancias son motivos inmateriales por lo cual hemos de dar gracias a Dios todos los días desde la salida del sol hasta su ocaso. Pero además hay otros muchos motivos de carácter material, no fundamentales como los primeros, pero si importantes en la vida de un cristiano agradecido.

Así daremos gracias a Dios por lo que somos y tenemos; por lo que hemos tenido y ahora no tenemos, por haber tenido juventud ahora cuando se esta viejo, de haber tenido trabajo cuando ahora estamos jubilados, de haber tenido nuestros padres que nos cuidaron y que se nos han adelantado en el camino; gracias por la salud que hemos tenido y que ahora no tenemos; por el pariente que perdimos y que pudimos disfrutar de amistad y su presencia. Dejemos de ser por naturaleza desagradecidos, por qué olvidar lo que hemos disfrutado de un bien, cuando lo hemos perdido. Porque solo miramos lo que falta y no lo que aún queda, porque nos dejamos envolver por el pesimismo y las lamentaciones. Demos gracias a Dios por lo que aún tenemos, por nuestra religión, la familia, la comunidad donde vivimos. Demos gracias a Dios porque podemos compartir con los demás, en nuestro entorno; porque podemos dar, ¿ acaso no es mejor dar que recibir, dar limosna que recibirlas; visitar a un enfermo que estar enfermo?. Demos gracias a Dios porque no le regateamos el tiempo, pidámosle más tiempo disponible para darle más, pidamos mas recursos para ayudar mas, es decir comprometámonos con Dios es darle los máximos esfuerzos para no conformarnos con los mínimos. El agradecimiento a Dios y por Dios, si no lo sientes no te agobies, lo importante es tu disposición en hacerlo, en la medida que comprendas que agradecer es amor, sentirás realmente que Dios es primero y lo mas importante en tu vida.

miércoles, 15 de octubre de 2008

MISERICORDIA Y JUSTICIA


Dr. Rodrigo Antonio Ordaz Verde

“Buscad primero el Reino de Dios y Su justicia
y lo demás se os dará por añadidura” Mt, 6,33

Cuando hablamos de la Misericordia de Dios como el atributo divino que más favorece al ser humano, porque gracias a ella el Señor perdona nuestros errores, infidelidades y pecados, debemos también mencionar Su Justicia. La Justicia divina es tan infinita como Su Misericordia y tiene su origen en el misterio mismo de la Creación y la relación del Creador con el hombre y con el mundo.
Desde el punto de vista teológico-moral la justicia es una virtud que nos inclina a dar a cada quien lo que merece por sus méritos o fracasos. El ser humano, herido por el pecado original, asediado por el demonio que conmina a la rebelión contra Dios; viviendo en el mundo que nos bombardea por todos los flancos para que busquemos el placer personal por encima del verdadero amor, sacrificio y donación de sí; humillado por su propia carne que intenta a diario debilitar su búsqueda del Reino de Dios; está expuesto a cometer imprudencias e injusticias contra el mismo Dios de quien proviene todo lo que se nos ha dado. Si recordamos la sentencia bíblica que sólo Dios es santo, tendríamos razones para vivir muy preocupados por el veredicto final sobre nuestro paso terreno.
El mismo Jesús insta a Santa Faustina Kowalska, Apóstol de la Misericordia, a recordar al mundo entero Su Amor y Su fidelidad a la alianza sellada con Su Sangre. En el Diario de la Santa se recoge: “Recuerda al mundo sobre Mi Misericordia … Aún estamos en tiempo de la Misericordia …Antes de venir como el Juez Justo vengo como el Rey de Misericordia” (Diario, 83). De este modo, la misericordia se contrapone en cierto sentido a la justicia divina, pero también se revela en multitud de casos como más poderosa, más profunda que ésta. En la Encíclica “Rico en Misericordia” del Siervo de Dios Juan Pablo II, el santo puntualiza: “El Amor es más grande que la justicia, es superior en el sentido que es primario y fundamental. El amor, por así decirlo, condiciona a la justicia y en definitiva la justicia es servidora de la caridad” n.4.
Jesús nos dice: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán saciados” Mt. 5,6. Esta promesa divina debe estar directamente relacionada con nuestra búsqueda permanente del Reino de Dios, que no es otra cosa que luchar día a día por la santidad personal con la certeza que, a pesar del dolor de cada caída, Cristo Buen Samaritano nos ayudará a recomenzar gracias a la inmensa bondad de Su Misericordia. Mas adelante, en el mismo Evangelio nos recuerda: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos” Mt. 5,10 Mediante esta bienaventuranza Jesús nos indica el camino a seguir: crecer en justicia una de las virtudes cardinales donde se apoya nuestra relación con Dios y con el resto de la humanidad. Hemos de movernos siempre por amor de Dios que torna más fácil el querer al prójimo, purificando y elevando los amores terrenos. Esa caridad debe derramarse sobre el resto de la Creación y sobreabundar en justicia con la finura de dar a cada quien lo suyo, que no es igual que dar a todos lo mismo. Por eso, el hecho de realizar obras de misericordia, que definitivamente tiene mucho que ver con la justicia, debe estar impregnado del amor, para no caer en la mera beneficencia o el igualitarismo utópico los cuales son fuentes de las más grandes injusticias. El mejor camino para ser justo es el de una vida de entrega y de servicio, sometiendo la propia voluntad al modelo divino y luchando por la felicidad eterna y el bienestar de los demás.

jueves, 9 de octubre de 2008

DECRETO AÑO PAULINO EN DIÓCESIS DE MARGARITA

DIÓCESIS DE MARGARITA
GOBIERNO ECLESIÁSTICO

DECRETO SOBRE EL AÑO PAULINO

Su Santidad Benedicto XVI a partir del 29 de Junio del presente año, hasta el 29 de junio del 2009, con ocasión del bimilenario del nacimiento de San Pablo, ha convocado este año jubilar dedicado a San Pablo, apóstol de los gentiles. Cuyo objetivo, además de dar a conocer la figura de san Pablo, es profundizar en su mensaje, de manera que esta convocatoria produzca frutos cada vez mayores de renovada conciencia de nuestra condición de discípulos y testigos del Evangelio en nuestra sociedad.
Unidos a toda la Iglesia en Venezuela la cual por medio de la Conferencia Episcopal, se ha unido a la convocatoria del Santo Padre, en su mensaje sobre el año paulino del 24 de abril del presente año. Teniendo además presente que la invitación a celebrar el año paulino, busca además promover la santificación de los fieles, de modo que nos ayude a renovar y fortalecer, con mayor fervor y piedad los propósitos de Salvación sobrenatural y que el Don de la Indulgencia, allana el camino para alcanzar la purificación interior.

Decretamos
Que todos y cada uno de los fieles cristianos verdaderamente arrepentidos que, debidamente purificados y mediante el sacramento de la penitencia y alimentados con la sagrada comunión, visiten en peregrinación, piadosamente la imagen de San Pablo que se expone en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y oren por las intenciones del Sumo Pontífice, se les concede e imparte indulgencia plenaria de la pena temporal por sus pecados, una vez que hayan obtenido la remisión sacramental y el perdón de sus faltas, aplicable también a modo de sufragio, a las almas de los fieles difuntos, respetando la norma según la cual solamente se puede obtener la indulgencia plenaria una vez al día. Así mismo se establece y dispone que los fieles además de elevar sus súplicas ante el altar del Santísimo Sacramento, y rezar además, devotamente el padrenuestro y el credo, añadiendo invocaciones piadosas en honor de la Santísima Virgen María y de San Pablo. (Esta devoción debe estar estrechamente unida a la memoria de San Pedro). Podrán alcanzar Indulgencia Plenaria, de la pena temporal de sus pecados
Los ancianos los enfermos, y todos los que por causa legitima no puedan salir de sus casas, podrán conseguir igualmente, en su propia casa o donde se encuentren a causa de sus impedimentos, la Indulgencia Plenaria si, rechazando todo pecado y con el propósito de cumplir cuanto antes les sea posible las tres condiciones habituales, podrán lucrar también la Indulgencia Plenaria, con tal que se unan espiritualmente a alguna celebración en honor a San Pablo, ofreciendo sus oraciones y sus sufrimientos por la unidad de los cristianos.
Este decreto tiene validez durante el año paulino, dentro del territorio de la Diócesis de Margarita. No obstante cualquier disposición contraria.
Dado en la Asunción el 1 primero de octubre del año 2008.

Mons. Jaime José Villarroel Rodríguez
Administrador Diocesano

LA SANTÍSIMA VIRGEN MARIA Y EL ROSARIO

“Temas Marianos” Escribe: Ángel Armas

“LA VIRGEN Y EL ROSARIO

La Santísima Virgen del Rosario, bajo esta advocación, conocemos, conmemoramos y veneramos, a nuestra querida Madre, “LA VIRGEN MARIA”. y el SANTO ROSARIO?. Fue el Papa San Pío V, de la Orden de los Dominicos, quien extendió esta devoción del Santo Rosario a toda la Iglesia Católica, habida cuenta de que el fundador dicha Orden Santo Domingo, había sido el iniciador, el propulsor de esta práctica religiosa. En el Santo Rosario, se entrecruzan, se mezclan: La contemplación de los misterios de Cristo Jesús; la invocación al Padre, por medio del rezo del Padre nuestro; y la invocación a la misma Virgen María. Entre otras formas variadas de piedad, establecidas en la Religiosidad Popular además del Rosario Mariano, encontramos: la Veneración a las Reliquias, las Visitas a Santuarios, las Peregrinaciones, las Procesiones, el Vía Crucis. Y en la Familia, considerada por la Iglesia la PRIMERA ESCUELA DE FE, ¿quiénes, de muchos de nosotros, no recordamos el haber aprendido de nuestras madres o abuelas, el rezo del Santo Rosario? Convirtiéndose así la Familia en la introducción a la iniciación cristiana? Mil gracias damos a Dios Nuestro Señor, por habernos permitido crecer en esas familias. Pero, hoy en día la familia ha perdido un poco esa bella práctica, es decir, dar comienzo o inicio a esa “CATEQUESIS FAMILIAR” Sin embargo no perdamos la esperanza de que con la Nueva Evangelización, la cual es responsabilidad de todos nosotros los Bautizados, rescatemos esos valores y principios en la familia, para confiar en las Promesas de la Virgen María a quienes diariamente tengamos por costumbre religiosa, entre otras, el rezo del Santo Rosario; y, esas promesas son:
1) Quien rece constantemente (diariamente), mi Rosario, RECIBIRÁ cualquier gracia que me pida.
2) Prometo mi especialísima protección y beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3) El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4) El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la Misericordia Divina. sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el Amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5) El alma que se encomiende por el Rosario no perecerá.
6) El que con mucha devoción rece mi Rosario, considerando sus Sagrados Misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7) Los verdaderos devotos de mi Rosario, no morirán sin los Sacramentos.
8) Todos los que rezan mi Rosario, tendrán en vida y en muerte, la luz y la plenitud de la gracia y, serán partícipes de los méritos Bienaventurados.
9) Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10) Los hijos de mi Rosario, gozarán en el Cielo de una Gloria singular.
11) Todo cuanto se pida por medio del Rosario, se alcanzará prontamente.
12) Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13) He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los Cofrades y Devotos, tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los Bienaventurados de la Corte Celestial.
14) Los que rezan mi Rosario con frecuencia (diariamente), son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15) La devoción al Santo Rosario, es una señal manifiesta de predestinación.

Estas promesas, hechas por la Santísima Virgen María, se atribuyen a la Orden de los Dominicos, cuando la devoción por el Santo Rosario, creada y enseñada por Santo Domingo, estaba disminuyendo. Ella quiso REVIVIRLA de esta preciosa manera.