“Misericordia” Rodrigo Ordaz Verde
¿QUÉ ES LA MISERICORDIA?
“Tengo Misericordia por mil generaciones con los que
Me aman y guardan Mis mandamientos” Ex 20,6
Desde el mismo momento de la Creación, Dios mostró su gran Amor y su inmensa Bondad. Al crearnos a su imagen y semejanza, su infinita Misericordia se comprometió con la especie humana hasta el fin de los tiempos. El Antiguo Testamento (AT) esta lleno de referencias donde la especie humana, quizás el bien más preciado de la creación, y posteriormente el pueblo elegido, recibieron directamente las bondades de este atributo divino.
Cuando revisamos en los diccionarios comunes el término conseguimos, en el mejor de los casos, esta descripción: “La misericordia es una actitud bondadosa de compasión hacia otro, generalmente del ofendido hacia el ofensor o desde el más afortunado hacia el más necesitado”. Aunque en el fondo intenta traducir la esencia pareciera quedarse en las palabras. La actitud “bondadosa” pudiera ser interpretada como lástima sobre todo por quien recibe dicha acción y la “Compasión”, no como acompañar francamente en su dolor al prójimo, sino como la aplicación de una justicia parcializada o bonachona del más fuerte por el más débil.
Dios, quien es la misericordia misma, no siente lástima por nosotros sino un Amor inmenso que disculpa con alegría cada falta hacia Él, cuando, arrepentidos, volvemos a la casa del Padre. Su Misericordia es la festividad por el hijo prodigo, la felicidad por la oveja hallada, la dicha de reconocerlo en la fracción del pan. En el AT el Amor (Misericordia) de Dios es invocado con varios verbos y vocablos diferentes para expresar de múltiples formas, con un léxico exquisito y fervoroso, las diversas acepciones de ese Amor a veces dirigido indiferentemente de forma comunitaria a toda la humanidad, a veces paternal directamente a cada hijo, como seguridad, como fidelidad, como perdón y remisión de las culpas que, a la vez, traduce piedad y compasión. Por lo tanto la Misericordia es el atributo divino más involucrado con la debilidad del hombre y fuente de toda esperanza para la salvación del alma. Tan grande es el Amor-Misericordia de Dios por la humanidad que se hizo presente en la tierra encarnando en un hombre como tu y yo para que le conociéramos directamente, para hacer fructificar en nosotros su Amor a través del Mandamiento Nuevo, para revelarse plenamente con su Palabra y Obras, para convertirse en modelo de amor misericordioso hacia los demás y culminar su obra de Amor sin límites con Su Pasión, Muerte y Resurrección. Hecho este que coronó la Redención de la especie humana con una alianza eterna que sólo nosotros con nuestras negaciones personales podemos romper; pero que pudiera retomarse, si, arrepentidos de nuestras faltas, buscamos sinceramente contritos los Sacramentos.
Para nosotros misericordia debe ser atender con tu corazón, con todo tu amor, las miserias espirituales o físicas que sufre la creación entera, especialmente los seres humanos a quienes Cristo nos encargó cuidar, ayudándoles en sus necesidades y haciéndoles conocer la Buena Nueva. En el Evangelio nos exigió amar a todos en la medida que Él nos ama, incluyendo a nuestros enemigos y detractores, como mandamiento perfecto para cumplir con la misericordia. En otras ocasiones, como bendición para nuestra fortaleza y esperanza, nos lo da como promesa: “Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia” Mt 5,7
“Tengo Misericordia por mil generaciones con los que
Me aman y guardan Mis mandamientos” Ex 20,6
Desde el mismo momento de la Creación, Dios mostró su gran Amor y su inmensa Bondad. Al crearnos a su imagen y semejanza, su infinita Misericordia se comprometió con la especie humana hasta el fin de los tiempos. El Antiguo Testamento (AT) esta lleno de referencias donde la especie humana, quizás el bien más preciado de la creación, y posteriormente el pueblo elegido, recibieron directamente las bondades de este atributo divino.
Cuando revisamos en los diccionarios comunes el término conseguimos, en el mejor de los casos, esta descripción: “La misericordia es una actitud bondadosa de compasión hacia otro, generalmente del ofendido hacia el ofensor o desde el más afortunado hacia el más necesitado”. Aunque en el fondo intenta traducir la esencia pareciera quedarse en las palabras. La actitud “bondadosa” pudiera ser interpretada como lástima sobre todo por quien recibe dicha acción y la “Compasión”, no como acompañar francamente en su dolor al prójimo, sino como la aplicación de una justicia parcializada o bonachona del más fuerte por el más débil.
Dios, quien es la misericordia misma, no siente lástima por nosotros sino un Amor inmenso que disculpa con alegría cada falta hacia Él, cuando, arrepentidos, volvemos a la casa del Padre. Su Misericordia es la festividad por el hijo prodigo, la felicidad por la oveja hallada, la dicha de reconocerlo en la fracción del pan. En el AT el Amor (Misericordia) de Dios es invocado con varios verbos y vocablos diferentes para expresar de múltiples formas, con un léxico exquisito y fervoroso, las diversas acepciones de ese Amor a veces dirigido indiferentemente de forma comunitaria a toda la humanidad, a veces paternal directamente a cada hijo, como seguridad, como fidelidad, como perdón y remisión de las culpas que, a la vez, traduce piedad y compasión. Por lo tanto la Misericordia es el atributo divino más involucrado con la debilidad del hombre y fuente de toda esperanza para la salvación del alma. Tan grande es el Amor-Misericordia de Dios por la humanidad que se hizo presente en la tierra encarnando en un hombre como tu y yo para que le conociéramos directamente, para hacer fructificar en nosotros su Amor a través del Mandamiento Nuevo, para revelarse plenamente con su Palabra y Obras, para convertirse en modelo de amor misericordioso hacia los demás y culminar su obra de Amor sin límites con Su Pasión, Muerte y Resurrección. Hecho este que coronó la Redención de la especie humana con una alianza eterna que sólo nosotros con nuestras negaciones personales podemos romper; pero que pudiera retomarse, si, arrepentidos de nuestras faltas, buscamos sinceramente contritos los Sacramentos.
Para nosotros misericordia debe ser atender con tu corazón, con todo tu amor, las miserias espirituales o físicas que sufre la creación entera, especialmente los seres humanos a quienes Cristo nos encargó cuidar, ayudándoles en sus necesidades y haciéndoles conocer la Buena Nueva. En el Evangelio nos exigió amar a todos en la medida que Él nos ama, incluyendo a nuestros enemigos y detractores, como mandamiento perfecto para cumplir con la misericordia. En otras ocasiones, como bendición para nuestra fortaleza y esperanza, nos lo da como promesa: “Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia” Mt 5,7
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