AGRADECIDO POR TODO
Es satisfactorio para propios y extraños, cuando el ser humano agradece con gestos, palabras o acciones el bien que recibe. Al cristiano en general y en particular para quien vive la nueva Espiritualidad de los Franciscanos de María o Misioneros del agradecimiento, el ser agradecido le produce un estado de paz y sosiego permanente. El “Dios le pague” del pordiosero ante la limosna recibida, debe ser paradigma para AGRADECER las inmensas gracias inmerecidas recibidas de parte de Dios por la Creación, la Redención del hombre, o el amor del Espíritu Santo.
El pasaje evangélico de los 10 leprosos que con humildad ruegan a Cristo su curación nos enseña que el 90 % de los creyentes son desagradecidos y solo un 10% agradecen. Cristo al leproso que regresó a dar gracias por su curación le dice; ¿acaso no fueron 10 los curados?. Sobre esta triste realidad estamos obligados a actuar como hijos y creaturas de Dios, para que ese 10% representado por el leproso solitario, que una vez curado regresa a Cristo a darle gracias y glorificar a Dios; les invito a luchar, con denuedo, para que ese porcentaje aumente, haciendo comprender al hombre, no solo que Dios le ama, sino que es necesario amar al amor de Dios.
En el día a día cada persona ha de manifestar su agradecimiento y no hay mayor Acción de Gracias que la Santa Misa o EUCARISTÍA, que significa precisamente eso, sea la misa dominical o la misa de difuntos, siempre en ellas el culto divino da GRACIAS, y lo hace en el Gloria: “Te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias”; en el Prefacio en su dialogo introductorio: “Damos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Padre Santo, Dios Todopoderoso y eterno, por Cristo Nuestro Señor.” En la plegaria eucarística después de la Consagración: “Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces digno de servirte en tu presencia; y al final de la Misa al despedir la asamblea se nos dice: Vayan en paz y respondemos. “Demos gracias a Dios”.
Acostúmbrate, pues, a agradecer a quien te hace bien, y fundamentalmente por aquel que todo te lo ha dado, que por tu salvación se hizo hombre y murió en la cruz para la redención de todos. Si te llenas de motivaciones suficientes de agradecimiento, tendrás discernimiento para entender las cosas de Dios y aceptarás situaciones que te son de difícil comprensión. No sentirás envidia por los bienes que recibe tu prójimo y que tu desearas para ti; no cuestionarás el plan de Dios; no podrás reclamar que sea mas generoso para unos y menos para otros y con seguridad que entenderás mejor la Palabra de Dios de este domingo, donde no verás injusticia sino amor hacia tu hermano.
Espero que tengas voluntad para cumplir con sus mandatos y demostrar que le amas en el mundo temporal donde te encuentres, sin escatimar esfuerzo alguno para ofrecer por el reino lo máximo que puedas. Recordarás siempre que no es suficiente sanar al cuerpo que muere, sino salvar el alma que es inmortal. Seamos agradecidos siempre.
El pasaje evangélico de los 10 leprosos que con humildad ruegan a Cristo su curación nos enseña que el 90 % de los creyentes son desagradecidos y solo un 10% agradecen. Cristo al leproso que regresó a dar gracias por su curación le dice; ¿acaso no fueron 10 los curados?. Sobre esta triste realidad estamos obligados a actuar como hijos y creaturas de Dios, para que ese 10% representado por el leproso solitario, que una vez curado regresa a Cristo a darle gracias y glorificar a Dios; les invito a luchar, con denuedo, para que ese porcentaje aumente, haciendo comprender al hombre, no solo que Dios le ama, sino que es necesario amar al amor de Dios.
En el día a día cada persona ha de manifestar su agradecimiento y no hay mayor Acción de Gracias que la Santa Misa o EUCARISTÍA, que significa precisamente eso, sea la misa dominical o la misa de difuntos, siempre en ellas el culto divino da GRACIAS, y lo hace en el Gloria: “Te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias”; en el Prefacio en su dialogo introductorio: “Damos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Padre Santo, Dios Todopoderoso y eterno, por Cristo Nuestro Señor.” En la plegaria eucarística después de la Consagración: “Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces digno de servirte en tu presencia; y al final de la Misa al despedir la asamblea se nos dice: Vayan en paz y respondemos. “Demos gracias a Dios”.
Acostúmbrate, pues, a agradecer a quien te hace bien, y fundamentalmente por aquel que todo te lo ha dado, que por tu salvación se hizo hombre y murió en la cruz para la redención de todos. Si te llenas de motivaciones suficientes de agradecimiento, tendrás discernimiento para entender las cosas de Dios y aceptarás situaciones que te son de difícil comprensión. No sentirás envidia por los bienes que recibe tu prójimo y que tu desearas para ti; no cuestionarás el plan de Dios; no podrás reclamar que sea mas generoso para unos y menos para otros y con seguridad que entenderás mejor la Palabra de Dios de este domingo, donde no verás injusticia sino amor hacia tu hermano.
Espero que tengas voluntad para cumplir con sus mandatos y demostrar que le amas en el mundo temporal donde te encuentres, sin escatimar esfuerzo alguno para ofrecer por el reino lo máximo que puedas. Recordarás siempre que no es suficiente sanar al cuerpo que muere, sino salvar el alma que es inmortal. Seamos agradecidos siempre.
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