viernes, 20 de noviembre de 2009

¿Acaso eres Rey?. Tu lo has dicho SOY REY

" Léalo y Reflexione" Francisco Jiménez Fermín

LA FIESTA DE CRISTO REY

El Domingo 22 la Liturgia de la Iglesia celebra la SOLEMNIDAD CRISTO REY, la fiesta aniversaria de Dios como Rey del Universo, a quien pedimos siempre su Reino en el Padre Nuestro: "Venga a nosotros Tu Reino y hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo." En este día, como todos los días, elevamos al cielo la oración al Todopoderoso: "Señor mío Jesucristo, te reconozco Rey del Universo, todo lo que está hecho ha sido creado por ti, ejerce sobre mí plenamente tus derechos; renuevo las promesas del bautismo para amarte realmente y rechazar las pompas y las obras de Satanás; prometo llevar una buena vida cristiana y prometo sobre todo, dentro de mis posibilidades, lograr el triunfo de Dios y de su Iglesia. Oh Divino Jesús te entrego todos mis esfuerzos, para que todos los corazones reconozcan tu sagrada realeza y para que tu Reino de vida, paz, amor y justicia permanezcan siempre y se extiendan por todo el Universo."

Ante la pregunta de Pilatos: ¿Acaso eres tu Rey?, Jesús expresó:"Sí, yo soy Rey, pero mi reino no es de este mundo", y en el caso negado que lo fuera los ángeles del cielo impedirían tanta injusticia. Su reino es el reino del amor, donde se viene a servir y no a ser servido; no es como los reinos del mundo: de ofensas, diatribas, avaricia, envidia y concupiscencias materialistas; donde los dioses del hombre lo apartan del reino celestial; donde el hombre tiraniza a sus semejantes; donde el poder corrompe y el autoritarismo se impone; donde a pesar de la ley civil mandan las elites y abundan las actitudes permisivas que avalan y permiten desviaciones que desembocan en insostenibles corruptelas. El Reino de Dios es de mutua comprensión, de respeto, consideración; de amor por el prójimo, la familia, el trabajo y la comunidad; que enaltece a las almas de caridad espontánea que resuelven situaciones, y en donde la esperanza da confianza, que evitan la desesperación y presunción; la fe lleva a soportar las inclemencias de la vida y la defensa del credo, siguiendo el camino de Dios hacia una conversión llena de sabiduría; y se nutre del agua clara de la fuente sagrada de los sacramentos y la oración.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo unigénito para morir en cruz, y para que aquél que en Él creyera salvara su alma; pero esta salvación y por tanto el acceso al Reino está condicionado por el amor que se le tenga al Señor, y que Cristo reclama al exigir que se guarden sus mandamientos. No podrá haber salvación si no se cumple con Dios, si no se hace con diligencia lo que pide, si no se deja de ofendérsele, si no hay un auténtico arrepentimiento con dolor de haber pecado y con promesa cierta de no volver a hacerlo. Si se deja de hacer lo que le agrada, omitiendo con desidia el amor de su doctrina; si se soslaya al prójimo, pobre, minusválido, marginado, ignorante y pecador, y sí además solo algunas veces se da un consejo, y se peca frecuentemente contra la caridad, no podrá haber salvación. Como tampoco será posible la salvación para aquel que rechaza el evangelio con alevosía y ventaja, que es ciego y no entiende el error, que ni siquiera es cercano, porque es el error histórico, remoto y lejano de quienes provocaron el cisma eclesial y que el magisterio de la Iglesia católica condenó y declaró anatema.

NOV 2009.

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