SÁCALE PROVECHO: Los Santos de la Iglesia.
En la Iglesia de Cristo que es la común unión de todos los bautizados han existido santos y santas, ¿y en donde están, me pregunta un amigo? , le respondo en el cielo donde son felices al mirar de frente el rostro de Cristo como Iglesia triunfante, y además en la tierra donde vivimos conformando la Iglesia militante, contando con la gracia de Dios y viviendo las virtudes con heroicidad, estos al ser llamados a la casa del Padre su alma va directo al Reino, sin pasar por el espacio de la Iglesia purgante (Purgatorio) que es el lugar de purificación donde permanecerán por un tiempo determinado las almas, para alcanzar la santidad y entrar en el cielo. En el otro espacio de la vida eterna es el infierno donde las almas que se han condenado vivirán eternamente los tormentos y jamás podrían ser santos.
Cristo hizo una promesa a su pueblo redimido de ir cielo alcanzando la santidad, nos exhortó a ser perfectos y santos como su Padre, por tanto la santidad no es una exclusividad de unos pocos sino una prerrogativa de todos, por la tanto nadie debe excusarse para no alcanzarla, por ser un mandato divino, y tanto tienen derecho los hombres y mujeres consagrados, desde el Papa hasta el último de los hijos de Dios.
El Santoral de la Iglesia católica, que es la única religión que enseña y demuestra los triunfos de la santidad de los hombres, está llena de santos y aunque todos los días se celebre la memorias de muchos de ellos, todos se han ganado ese sitial cuando la Iglesia católica los ha elevado a santos mediante la beatificación primero y posteriormente mediante la canonización, al comprobar los milagros logrados por Dios mediante su intercesión y haber estudiados por corto o largo plazo las virtudes heroicas que vivieron en su paso por la tierra. Ellos integran el Santoral oficial de la Santa Iglesia católica, que permiten el culto público de los santos, y nos invita a imitarlos y seguir su ejemplo en el amor a Dios y cumplimiento de sus mandatos.
Pero además hay también el Santoral anónimo, de todas las almas salvadas que una vez purificada la pena temporal del pecado en el Purgatorio, suben al Reino de los cielos, ven el rostro de Cristo cara a cara, pues son santos por la gracia de Dios, pero que es innecesario que conforme el Santoral de los canonizados, por una razón fundamental de que su santidad es un misterio de Dios y de su misericordia.
Y ante el interrogante final: ¿Yo quiero ser santo, como lo conseguiré? Esto no es difícil, si estás convencido que realmente quieres la santidad prometida por Cristo, y si no logras que tu alma después de tu muerte sea canonizada por la Iglesia para entrar en el Santoral de la misma, confía en la misericordia de Dios para conformar el inmenso grupo de los santos anónimos.
A estos posibles santos anónimos que están en el purgatorio, la antesala del cielo, los ayudamos quienes vivimos en la Iglesia militante, con oraciones, con sacrificios, con ayunos, con obras de caridad, con los sufragios e intenciones que solicitamos en las Misas y las indulgencias otorgadas por la iglesia para las almas salvadas pero aún no glorificadas. El tiempo para nosotros puede ser corto o largo para el logro del objetivo, pero para Dios el tiempo no cuenta para Él todo es actual, y un día puede ser igual a 100, o un año puede ser igual a 1000, y por tanto es un misterio de Dios, donde nuestro razonamiento no consigue explicación lógica sino dentro del marco de la fe que tengamos.
La desesperación no tiene lugar en quienes buscamos nuestra santidad o queremos la santidad de nuestros deudos que se purifican en el Purgatorio. MAYO 2011
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