IRREVERENCIAS CON EL SALUDO DE LA PAZ
A la propuesta: La Paz sea con vosotros, respondemos y con tu Espíritu. No tengas Señor en cuentas nuestras ofensas sino la fe de tu pueblo, y Él nos dice: La Paz os dejo la Paz os doy, y se exhorta a que la paz que recibimos nos las demos mutuamente. El Concilio Vaticano II en la Lumen Gentium 9-13 nos dice: "La catolicidad del pueblo de Dios prefigura y promueve la Paz universal, porque Cristo es principio de Unidad y de Paz. Esa Paz es un legado que heredamos de los apóstoles a quien Jesús se las otorgó para siempre hasta el final de los siglos. La Paz que pedimos y que se nos da, la cual nosotros damos al prójimo dentro o fuera del sacrificio de la misa, no es simplemente un gesto, la mano que se estrecha, el saludo que se intenta o el asentimiento de cabeza. No, ella es muchísimo más en el corazón contrito del creyente, es la paz que se disfruta en el alma, que se desea y trasmite felicidad interior al hermano en Cristo.
"La paz de Cristo es la paz del amor, es la que procuramos tener y dar, no es una paz de amistad de humanos, de un apretón de manos, abrazos o besos en el templo, ni debe ser el espacio, ni el momento para que al cumplir con El Saludo de la Paz, sea ocasión para tumultos, condolencias, llanto y hasta gritos, ausentándose el feligrés de su asiento para hacerlo llegar a las amistades y conocidos, lo que interfiere y es una irreverencia ante Dios, su culto y las normas establecidas, rompiendo el silencio que se ha de guardar para la ocasión cuando el sacerdote realiza la Fracción del Pan y el pueblo canta: “Cordero de Dios que quitas el pecado el mundo”
En muchos templos y en especial en las misas semanales donde hay intenciones por los difuntos, el Saludo de la paz es irreverente, se irrespeta el culto, y muchas veces se hace necesario la intervención del celebrante. Y ante esta manifestación de la fe popular, la Iglesia y sus ministros deben dar el ejemplo, porque si bien es cierto que la normativa para el cumplimiento del rito es darse mutuamente la paz con los del entorno a su banco y no salirse de su asiento; los Sacerdotes y Obispos tienen también prohibido dejar el Altar de la Celebración Eucarística, para bajar hasta la Asamblea y dar el Saludo de la Paz, y se cuestiona a los niños que suben al altar para darle la paz al sacerdote. Que se podrá hacer para minimizar y acabar con estas irreverencias: El Papa Benedicto XVI desde el 2008 ha puesto en estudio la posibilidad de que este rito, que es opcional, se realice antes del ofertorio; el clero solo podrá exigir la corrección de la conducta del pueblo cuando ellos mismo cumplan con lo establecido por la Congregación para el culto divino. Por lo pronto haría mucho bien si el celebrante o el diácono durante la Homilía o antes de iniciar la misa, hagan catequesis al respecto para los que asisten al sacrificio de la Misa y se prefiera cortar por lo sano omitir el saludo de la paz cuando así lo considere. AGOSTO 2010.