martes, 5 de agosto de 2014

PARA COMPARTIR CONTIGO

" Léalo y Reflexione "                                                              Francisco Jiménez Fermín
                  UNA REFLEXIÓN QUE COMPARTO CONTIGO

El  Mandamiento del amor: Amar a Dios y al prójimo como a ti mismo, significa para todo creyente dar testimonios hacia la santidad y perfección, y digamos como San Agustín ama a Dios y haz lo que quieras, porque quien ama solo podrá hacer el bien. Pero el camino de amor al Padre eterno está sembrado de obstáculos porque al hombre le es duro renunciar a lo externo y temporal. Es tarea difícil  aun teniendo pleno conocimiento del deber, aun estando dispuesto para avanzar en la caridad por la consecución del reino celestial. ¿Cómo abandonar el prestigio, la ostentación, los títulos, la posición social, las comodidades, el dinero, las alabanzas, el confort, la buena comida, la recreación y otros ídolos para preferir con alegría y resignación la cruz que ofrece Cristo para seguirlo?. ¿Cómo dejar de ser hipócrita con Dios y consigo mismo para emprender una actividad de rectificación?. ¿Cómo abandonar la pereza, el desgano, el dejar de hacer, el importa poco, el no me interesa, para cumplir con  la ley de Dios y de su Iglesia.? ¿ Cómo justificar la falsa humildad para aparentar lo que no soy? Porqué no convencerse que la formación cristiana no termina nunca en este peregrinar por la tierra, y que cada día que pasa es mucho lo hay que aprender y mucho  lo que hay que enmendar. Propongámonos que a medida que avancemos tengamos cada vez que aprender menos y enmendar menos porque crecemos hacia perfección del alma.
            Pidamos a Dios directamente o por cualquier intercesor que nos alumbre la mente con un candil que alumbre siempre, para vivir una praxis cristiana compatible con la conversión divina a la cual somos llamados; no ha de existir comunión ocasional, dominical o diaria, frecuencia sacramental, obras de misericordia, si permanentemente pensamos mal del prójimo, si temerariamente presumimos del vecino lo que no es verdad, si propugnamos expresamente o no el fracaso de las buenas iniciativas, si murmuramos con razón o sin ella, si dudamos de la confianza que se nos brinda, si defraudamos siempre porque no nos ven o porque el sistema lo permite, olvidando que Dios lo ve todo y no lo podemos engañar. Si todo esto es así nuestro catolicismo es superficial, y nuestra conversión una felonía disfrazada, una  indignidad a la misericordia celestial.
            Soy más cristiano que tu, con frecuencia, vocifera aquel que conscientemente o por crasa ignorancia de la ley ejerce su cristianismo a su manera, quien dice ser mas católico porque no le hace mal a nadie, porque no mata o roba, es quien cultiva en su corazón el sofisma de un amor cristiano manteniendo  un divorcio entre la fe y la vida. A todo aquel que mantenga tal actitud, y para no cometer ofensa a Dios por omisión, el laico comprometido tiene que accionar las obras de misericordia espiritual de enseñar al que no sabe o corregir al que yerra. Ese personaje es quien más daño produce porque usa y abusa de la fe, irrespetan la jerarquía, desconoce los mandamientos, cumple con la misa dominical cuando les parece o cuando está de ganas, cumple con los difuntos en forma hipócrita porque no cree en la vida eterna, se confiesa en el rincón de la casa y comulga sacrílegamente, se come su propia condenación; es un verdadero abusador de la misericordia de Dios, y comete el pecado mayor al ofender al Espíritu Santo.
            Los que caminan por el camino recto, venciendo obstáculos y confiando en Dios le dan gracias por su conversión cotidiana, no miran hacia atrás por estar convencidos del apostolado que viven, con su testimonio son ejemplo digno de imitar y aceptan por siempre la voluntad y misericordia del Señor. Reflexiona amigo y corrígete.