“Léalo y Reflexione”
Francisco Jiménez Fermín
UNA CARTILLA PARA CAMBIAR- III entrega
Si habiendo
reflexionado sobre las dos lecciones anteriores, te interrogaras, y dijeras: ahora que he
cambiado, ¿Qué hago?, la respuesta es sencilla, confía en Dios y cumple
con Él.
Pero no confíes superficialmente, porque perderás la confianza al menor
tropiezo que tengas en tu vida; es necesario para seguir a Cristo en el nuevo
rol de converso motivar, fomentar y cultivar la fe, yo creo en Dios como mi
Salvador y Señor y acepto todas las contrariedades que encuentre en el camino;
seguiré orando y perseverando. No te quedes allí porque el camino es largo,
largo hasta que seas llamado al Reino, y por lo tanto tienes que cumplir con
los mandatos de tu Dios, el Primero amarlo por sobre todas las cosas y al
prójimo como a ti mismo. Ese es el mayor mandamiento, el Mandamiento del Amor,
quien ama a Dios puede hacer lo que quiera, con la seguridad que no habrá
concupiscencia de palabras, pensamientos, obras y omisión, porque el Espíritu
Santo, es decir la Gracia santificante estará contigo y evitará cualquier mal.
En sintonía con tu nuevo Yo, de hombre nuevo, buscarás cumplir también con las
obras de misericordia corporales y espirituales que te exige Jesús, y debes llevar su Palabra a todos los pueblos,
a la comunidad donde vives, a tu hogar, a tu trabajo, al ambiente que transites
todos los días.
Tal evangelización que ya se ha
cumplido en ti, tiene que ser extendida a tu prójimo, empezando por dar
testimonio de soldado de Cristo, siendo un buen cristiano a la manera de Cristo
y no a tu manera; siendo un buen ciudadano, buen padre de familia, buen hijo,
buen hermano; atendiendo con prontitud y solidaridad al hermano necesitado;
dando el buen consejo, evangelizando los hogares, participando activamente con
la oración y acciones de las pastorales de tu parroquia, de tu Diocesis y de la
Iglesia Universal.
Para lograr todas estas cosas y
estar bien a los ojos de Dios, no abandones nunca tu formación en la fe,
esperanza y caridad; no dejes de leer a diario la Palabra de Dios en la Santas Escrituras
de La Biblia, en los libros Doctrinales, Encíclicas y libros de los Santos de
la Jerarquía de la Iglesia Católica; en sus catequesis, en el cumplimiento de
todas las cosas buenas incluyendo las más pequeñas. No dejes de orar todos los
días, de dar gracias a Dios, de alabarlo y bendecirlo, y de hacer tus
peticiones espirituales y materiales, en especial pide la fortaleza que
necesitas para llevar la Cruz de cada día por el camino de la salvación de tu
alma.
No te mantengas aislado, como
católico participa del culto dominical y si es posible de la misa diaria, de
los seminarios, las homilías, los retiros y convivencias, la Exposición del
santísimo Sacramento y las procesiones y devociones de nuestro culto. Tu eres Iglesia
e Iglesia somos todos; el católico comprometido funciona mucho mejor y da más
frutos cuando está asociado. Te invito a que participes en cualquier movimiento
de apostolado o de oración y la Gracia de Dios estará contigo. Espero mi
querido lector que hayas leído estas lecciones y compartirlas con tu prójimo,
si quieres aclarar conceptos por favor llámame o envía un mensaje al
04166958400.
FEB
2012