jueves, 24 de septiembre de 2015

NO ACEPTES EL PECADO


“Palabra de Vida”                                                Franciscanos de María

  

         DOMINGO XXVI: Sé misericordioso y acoge al pecador.

(Mc 9,38-40): "Dijo Juan a Jesús: Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús respondió: No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.”  

 La “palabra de vida” de esta semana nos invita a practicar esa virtud tan de moda que es la “tolerancia”, pero entendida de una manera cristiana. Todos caben en la Iglesia –les dice Jesús a sus discípulos- porque todos caben en el corazón amoroso del Padre. Todos, incluidos los pecadores más notorios. Esto nos tiene que llevar a una actitud de acogida y no de rechazo; de comprensión con el prójimo e incluso con sus debilidades y pecados. Sin embargo, esta comprensión -y ahí es donde nos diferenciamos de la manera secularizada de vivir la tolerancia- no significa que tengamos que dar la razón a quien no la tiene, que tengamos que decir que el mal no existe o que, llevados de nuestra comprensión hacia el pecador, debamos decirle que lo que hace no tiene importancia y que puede seguir pecado. Cristo, que es siempre nuestro modelo, comía con los pecadores públicos de su época -los publicanos y las prostitutas- y no dudaba en enfrentarse con una sociedad hipócritamente puritana para defender a una adúltera que iba a ser lapidada. Sin embargo, a los publicanos les decía que dejaran de robar, a las prostitutas que se ganaran honestamente la vida y a la adúltera le dijo que no pecara más. Seamos intransigentes con el pecado y acogedores y misericordiosos con el pecador. Basta con que se arrepienta, con que quiera cambiar, para que reciba ya el abrazo del Padre. No lo olvidemos, todos caben en la Iglesia, con tal de que quieran ser santos, aunque aún no lo sean. Gracias a eso, cabemos también nosotros.

PROPÓSITO: Practica la misericordia y una bien entendida tolerancia que consiste en aceptar las legítimas diferencias que el prójimo tiene con respecto a ti. No aceptes el pecado, pero acoge al pecador.

 

 

                                                        

APRENDE A HABLAR CON DIOS


“Palabra de Vida”                                                Franciscanos de María

  

         DOMINGO XXIII: Aprende a escuchar y hablar.

(Mc 7, 31-37): "Y en el colmo del asombro decían: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

El milagro sobre el “sordo que apenas podía hablar” lleva consigo dos lecciones. La primera procede del hecho de que Jesús, para curar a este enfermo, “le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua”. Es decir, le tocó. Cristo necesita “tocarte” para curarte. Necesita, por lo tanto, tener contigo una relación de proximidad, de afecto; sin esa relación, es muy difícil que Él pueda lograr el milagro de la conversión de tu corazón. Él quiere estar cerca de ti, quiere “tocarte”, pero si tú te alejas de su lado, si no le das la oportunidad de que lo haga, no le dejas que obre el milagro en ti. ¿Cómo dejar a Jesús que se acerque?: Aumentando la vida de oración y, sobre todo, comulgando más, pues ese es el contacto más íntimo posible, ya que por medio de él, Jesús entra en nosotros y nos transforma en Él.

La segunda lección viene del milagro en sí, que los espectadores van a resumir diciendo: “hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Significa que la conversión que Cristo opera en nosotros nos va a hacer capaces de escuchar a los que sufren, mientras que antes pasábamos a su lado indiferentes; a la vez, nos hace hablar –sin gritos, con paz siempre, pero con valentía-, para defender los derechos de los oprimidos, para defender a la Iglesia, para evangelizar, para defender la vida del no nacido, para defender a la mujer maltratada, para defender a todos aquellos que, por cualquier causa, están siendo víctimas de las injusticias. Cuando Cristo te “toca” ya nada es igual; recuperas los ojos para ver, los oídos para oír y la boca para hablar. En realidad, estás recuperando el corazón, estás recuperando la humanidad.

 

PROPÓSITO: Acercarse a Jesús para que nos pueda convertir. Aprender a oír a nuestros hermanos cuando sufren y a defender a los que padecen las injusticias..

 

DAME SABIDURIA PARA ESCUCHAR A DIOS


“Palabra de Vida”                                                Franciscanos de María

  

         DOMINGO XXIII: Aprende a escuchar y hablar.

(Mc 7, 31-37): "Y en el colmo del asombro decían: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

El milagro sobre el “sordo que apenas podía hablar” lleva consigo dos lecciones. La primera procede del hecho de que Jesús, para curar a este enfermo, “le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua”. Es decir, le tocó. Cristo necesita “tocarte” para curarte. Necesita, por lo tanto, tener contigo una relación de proximidad, de afecto; sin esa relación, es muy difícil que Él pueda lograr el milagro de la conversión de tu corazón. Él quiere estar cerca de ti, quiere “tocarte”, pero si tú te alejas de su lado, si no le das la oportunidad de que lo haga, no le dejas que obre el milagro en ti. ¿Cómo dejar a Jesús que se acerque?: Aumentando la vida de oración y, sobre todo, comulgando más, pues ese es el contacto más íntimo posible, ya que por medio de él, Jesús entra en nosotros y nos transforma en Él.

La segunda lección viene del milagro en sí, que los espectadores van a resumir diciendo: “hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Significa que la conversión que Cristo opera en nosotros nos va a hacer capaces de escuchar a los que sufren, mientras que antes pasábamos a su lado indiferentes; a la vez, nos hace hablar –sin gritos, con paz siempre, pero con valentía-, para defender los derechos de los oprimidos, para defender a la Iglesia, para evangelizar, para defender la vida del no nacido, para defender a la mujer maltratada, para defender a todos aquellos que, por cualquier causa, están siendo víctimas de las injusticias. Cuando Cristo te “toca” ya nada es igual; recuperas los ojos para ver, los oídos para oír y la boca para hablar. En realidad, estás recuperando el corazón, estás recuperando la humanidad.

 

PROPÓSITO: Acercarse a Jesús para que nos pueda convertir. Aprender a oír a nuestros hermanos cuando sufren y a defender a los que padecen las injusticias..

 

POR TI SEÑOR DE CORAZON LO HAGO


“Palabra de Vida”                                                Franciscanos de María

  

         DOMINGO XXII: Corazón por corazón

(Mc 7, 6-7): "Él les contestó: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos."  

Siguiendo con el tema de la semana anterior, aunque se trate de otro evangelista, el Evangelio de este domingo nos muestra la decepción de Jesús ante la respuesta de su pueblo, el pueblo amado, el pueblo elegido que Él había venido a salvar. “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”, llegó a decir el Maestro haciéndose eco de una antigua profecía.

¿Y de nosotros? ¿Podría decir también eso? Ciertamente que le honramos con los labios, lo cual no sólo no es malo sino que es cada vez más necesario hacerlo para dar testimonio público de nuestra fe. Pero debería ser verdad que, a la vez que hacemos eso, intentemos hacerlo con el corazón. De eso se tratará esta semana, de profundizar en una relación “cordial”, afectiva, amorosa, con Cristo. Se tratará de decirle, en la oración y con las obras, que le queremos, que Él es lo primero en nuestra vida, que por Él y con Él estamos dispuestos a hacer lo que Él nos pida. Es una semana para ejercitar el “por ti” en cada cosa que hagamos, a fin de que el Señor se convenza de que, aunque somos pecadores y a veces fallamos, Él puede contar de verdad con nuestro corazón. Transformando un poco aquella poesía de Quevedo, deberíamos decirle, con las obras y las palabras: “Polvo soy, mas polvo enamorado”, o lo que es lo mismo: “Pecador soy, pero te amo”. Te amo, Señor, porque tú te lo mereces, porque con tu misericordia has conquistado mi corazón. Y mi principal dolor es no amarte más, no amarte lo suficiente, no serte siempre fiel para que puedas estar orgulloso de mí en todos los momentos de mi vida.

PROPÓSITO: Decirle al Señor, con la mayor frecuencia posible, “por ti” al hacer las cosas. Asumir tareas difíciles e ingratas por amor a Él, de forma consciente, para demostrarle nuestro amor.

 

DEFENDER A JESUS SIEMPRE


“Palabra de Vida”                                                Franciscanos de María

  

         DOMINGO XXI: Defender a Jesús y permanecer con Él.

(Jn 6,66-70): "Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él. Entonces Jesús les dijo a los doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos. Y sabemos que tú eres el Santo, consagrado por Dios."  

 La pregunta dolorida de Jesús a sus apóstoles, sobre la que meditamos este domingo, es efectuada por el Señor al ver que la gente que le seguía se había ido yendo cuando Él dejó de ser un negocio para ellos. Esa misma pregunta nos la hace cada día a cada uno de nosotros y se la hace a todos los que, en alguna ocasión, movidos por alguna necesidad, se han acercado a Él en busca de ayuda. Nos dice, mirándonos con tristeza a los ojos: “¿También tú quieres marcharte, como han hecho tus amigos, como han hecho ya la mayoría de los que viven a tu alrededor? ¿también tú me dejarás cuando las cosas se pongan feas y corras riesgos por estar a mi lado? ¿también tú te irás cuando ya no puedas sacar nada de mí o cuando no entiendas algunos de mis planes?”

 Ante estas preguntas, no basta con una respuesta fácil ni retórica. No es suficiente decirle sólo con la boca: “Señor, aunque todos te abandonen yo no lo haré”, como dijo Pedro la noche del Jueves Santo poco antes de negarle tres veces y oír cantar el gallo. Tampoco basta con tratar de contentarle diciéndole que ya vamos a la misa dominical o que damos alguna limosna. Tenemos que asegurarle, con toda la sinceridad de que sea capaz nuestro frágil corazón, que queremos estar a su lado en lo bueno y en lo malo, como hacen los verdaderos amigos. Tenemos que asegurárselo no sólo con palabras, sino con obras. Con obras que, por amor a Él, estamos ya haciendo y vamos a seguir haciendo, aunque no tuviéramos más recompensan que proporcionarle a Él un poco de alegría.

PROPÓSITO: Traicionar a Jesús, irse de su lado, significa negarle cuando otros le critican o marcharse cuando otros se van. Debemos hacer lo contrario: salir en su defensa y quedarnos.

 

 

EN COMUNION CON DIOS


“Palabra de Vida”                                                Franciscanos de María

  

         DOMINGO XX: Comulgar para vivir en El.

(Jn 6, 53-57): "Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros... El que come mi carne habita en mí y yo en él."  

Cristo se nos ofrece como verdadera comida que repone nuestras fuerzas y nos invita a “comerle”, nos invita y anima a que utilicemos el alimento que nos ofrece y que es su propio cuerpo y su propia sangre, su propia vida, Él mismo. Es decir, Jesús nos regala el don de la Eucaristía y nos pide que vayamos a comulgar. No hacerlo –cuando se está preparado para ello- es algo que va contra nuestros propios intereses. Pero tras este regalo del Señor lo que queda patente es su amor. Cristo nos ama y porque nos ama desea ayudarnos, sostenernos en nuestras luchas. Consolarnos en nuestras tribulaciones, acompañarnos en los momentos de dolor y de alegría. Cristo nos ama y la Eucaristía es una de las pruebas mayores de ese infinito amor. Sabiendo esto, debemos preguntarnos: ¿Le amamos nosotros? ¿Correspondemos a su amor con todas nuestras fuerzas? ¿Le decimos que puede contar con nosotros lo mismo que Él nos dice que podemos contar con Él?.

La respuesta al amor es el amor. Por eso, aprendamos a amar a Cristo intentando tener su misma medida. Vivamos en Él, comulgando y rezando, trabajando y ayudando al prójimo, estando en gracia de Dios con la confesión. Vivamos en Él para que Él pueda disfrutar de vivir en nosotros. Vivamos con Él, con su fuerza, para poder dar la respuesta de amor que él tiene derecho a esperar de nosotros. Vivamos por Él, movidos por el agradecimiento a Él, que ha hecho tanto por nosotros. Así cumpliremos lo que decimos en la Misa: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”.

PROPÒSITO: Comulgar todas las veces que sea posible, pero hacerlo bien preparado. Por lo tanto, confesar si se tienen pecados graves o si hace tiempo que no se confiesa

NO A LA CRITICA


“Palabra de Vida”                                                Franciscanos de María

  

            DOMINGO XIX: No critiquéis

 

(Jn 6,41-45): "Criticaban los judíos a Jesús porque había dicho ‘yo soy el pan bajado del cielo’.... Jesús tomó la palabra y les dijo: No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día." 

Resulta verdaderamente difícil no criticar. De una forma o de otra, la mayoría lo hacemos, aunque la mayor parte de las veces las críticas sean leves y estén basadas en argumentos veraces. Cierto es que habría que distinguir las críticas verdaderamente dañinas de esas otras que son simples comentarios hechos con un poco de ligereza pero sin malicia. Pero incluso este tipo “ligth” de comentarios, cuando nos enteramos de que otros los han hecho de nosotros, nos hacen daño, con lo cual deberíamos suponer que también nosotros herimos a los demás cuando los hacemos.

Criticar es, además, atribuirse funciones de juez, considerarse superiores a las personas criticadas y usurpar un poder que sólo Dios, que lo conoce todo, es capaz de detentar y ejecutar. Sólo el Señor es juez de las conciencias y nadie puede pretender usurpar ese puesto.

Por eso Jesús nos enseña a no criticar, a darle al otro nuevas oportunidades, a poner excusas que justifiquen de algún modo –siempre dentro de lo posible- el comportamiento del otro. Sólo así podremos pedirle al Padre que sea comprensivo con nosotros mismos, pues le podremos decir a nuestro favor que nosotros hemos intentado ser comprensivos con nuestro prójimo.

Por último, sería bueno aplicar aquel consejo de San Francisco, en el que pedía que no se dijera nada de nadie ausente que no se pudiera decir con caridad delante de él.

PROÓSITO: Cuando vayas a criticar a alguien, pensar si me gustaría que dijeran eso de mí a mis espaldas. Recordar que la medida que use con los demás la usarán otros conmigo.

 

Agradezco a Dios


“Palabra de Vida”                                                Franciscanos de María

  

     DOMINGO XVIII: Agradecer y ofrecer

(Jn 6,26-27): "Jesús les contestó: Os lo aseguro: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna."  

Si la semana pasada el Evangelio nos invitaba a plantearnos los motivos por los que nos acercábamos a Cristo, esta nueva “palabra de vida” nos invita a seguir profundizando en la misma dirección, añadiendo una enseñanza más, la de que no debemos seguirle por cuestiones materiales sino que deben entrar en nuestras motivaciones también las espirituales, la santidad. Es Jesús mismo el que muestra su decepción en este Evangelio dominical, al ver que sólo el interés material mueve a sus múltiples admiradores a ir tras Él. Y les pregunta. “¿por qué me buscáis?”

Esa misma pregunta nos la hace Jesús a nosotros. Ya vimos que debíamos estar dispuestos a seguirle no sólo por interés, sino por gratitud, por amor, para devolverle algo de lo mucho que hemos recibido de Él. Por lo tanto, a la pregunta de Cristo deberíamos contestar: “Señor, te buscamos porque queremos disfrutar de tu compañía, porque queremos oír tu mensaje, porque sin ti no podemos ni queremos vivir. Te buscamos porque te amamos. Te buscamos también porque queremos de ti el mayor de los dones: que nos ayudes a ser santos. Te buscamos, también pero no en primer lugar, porque necesitamos tu ayuda para resolver los problemas que nos hacen sufrir y necesitamos tu fuerza para llevar nuestra cruz de cada día”. Pidamos, pues, la santidad. Busquemos con tesón la santidad. Con el mismo empeño, por lo menos, con que buscamos la salud perdida o un buen puesto de trabajo. Además, acudamos a Él también a ofrecer, a ofrecernos, a decirle que puede contar con nosotros.

PROPÓSITO: Cada vez que me dirija a Dios o a la Virgen pidiendo un favor, analizar si me he dirigido antes dando gracias, ofreciéndome para ayudarles o pidiendo la santidad.